1. El día que Paulina rompió su silencio


    Fecha: 18/10/2025, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Fernando, Fuente: TodoRelatos

    ... transforman en susurros entrecortados:
    
    — No pares... no pares... ah, ah... hmmm...
    
    Siento tu cuerpo temblar, tus caderas se arquean buscando más, y justo cuando parece que vas a estallar, freno un instante, solo para jugar.
    
    — ¿Ya casi? — te tiento.
    
    — Sí... sí... — exhalas, temblando.
    
    — No pares... ¿por qué paras?
    
    Me levanto y te golpeo el clítoris, fuerte pero sin lastimarte.
    
    — Aquí mando yo, ¿me escuchaste?
    
    Y de un golpe, sin avisar, meto dos de mis dedos y comienzo a acelerar, llevándote directo al borde, escuchando cada gemido, cada grito, sintiendo cómo mis dedos se mojan como si agua naciera desde dentro de ti.
    
    — ¡Oh, sí! — gritas.
    
    ¡Sigue! ¡No pares! ¡Te necesito!
    
    Tus gemidos llenan la habitación, y justo cuando siento que vas a explotar otra vez, acelero más.
    
    Mis dedos entran sin perder el tiempo, mojados, resbalando con fuerza.
    
    Tu cuerpo se tensa. Tus muslos me aprietan la muñeca.
    
    Te estás viniendo.
    
    Lo sé. Lo siento.
    
    Y entonces pasa.
    
    Tu squirt explota sobre mis dedos como un chorro caliente, salvaje, desesperado.
    
    Me moja la mano, el brazo, la mesa.
    
    Tus piernas tiemblan.
    
    Un grito ahogado sale de ti contra la tanga que aún tienes en la boca.
    
    Te arqueas, como si tu alma saliera con ese orgasmo.
    
    Te corres con tanta intensidad que terminas chorreando de la madera al ...
    ... suelo.
    
    Te saco los dedos lentamente, brillando con tus jugos, y me los meto a la boca.
    
    Te miro, sucio, directo.
    
    — Así te quería ver... rota de placer, toda una puta… y aún con ganas.
    
    Me acerco y paso mi verga, dura, caliente, por tus labios empapados, sin metértela.
    
    Solo para provocarte, para frustrarte.
    
    Dejo que la punta roce, que sientas lo que no tendrás… todavía.
    
    Te sujeto del cuello y te digo:
    
    — Esto es solo el comienzo, Paulina... Desde hoy, eres mi puta.
    
    Tus ojos arden.
    
    Tus piernas aún tiemblan.
    
    Tu boca babea alrededor de la tanga que no he dejado sacar.
    
    Te dejo ahí, desnuda, jadeando, con el cuerpo brillando de tanto sudor y jugo.
    
    Escucho un ruido afuera.
    
    El motor de un coche...
    
    — Quédate así. Abierta. Goteando. Que el comedor huela a lo que te hice. Que sepa que ya no estás limpia.
    
    Te doy una nalgada, seca, fuerte.
    
    El sonido se queda flotando en el aire como una marca.
    
    Y tú… no te mueves.
    
    Solo gimes bajito.
    
    Rota.
    
    Entregada.
    
    Recojo mis cosas con calma, como si no hubiera prisa.
    
    Me limpio la mano con tu falda, te miro una última vez:
    
    — Esto no se termina aquí, Paulina.
    
    Apenas comienza...
    
    Y me voy.
    
    Sin mirar atrás.
    
    Dejándote ahí… destruida, mojada, temblando.
    
    Con el sabor de mis dedos en tu boca, y las ganas de que la próxima vez… no me detenga. 
«12»