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7-Mi novio Daniel
Fecha: 18/10/2025, Categorías: Incesto Autor: nenabeatriz15, Fuente: TodoRelatos
... con una precisión casi animal, como si supieran exactamente qué hacer, cómo tomarme, cómo poseerme sin hacerme daño, solo placer. Me tumbaron sobre la mesa del comedor, con las piernas abiertas, ofrecida como una ofrenda en un altar oscuro. Papá entró primero, con una embestida lenta pero profunda, llenándome por completo, marcándome como suya otra vez. Gemí, arqueando la espalda, sintiendo cómo su cuerpo se pegaba al mío, cómo su respiración se mezclaba con la mía. Daniel no se quedó atrás. Se colocó a mi lado, masturbándose con lentitud, observando cómo papá me follaba con posesión. Sus ojos brillaban con lujuria, con anticipación. Me tomó la barbilla entre los dedos y me obligó a mirarlo. —Mírame cuando me corra —me ordenó—. Quiero ver cómo te llenas de mí. Yo asentí, hipnotizada, rendida. No podía hacer otra cosa que obedecer. No quería hacer otra cosa. Papá aumentó el ritmo, follando con rudeza, con fuerza, mientras Daniel se acercaba, acercaba su polla a mi boca, rozando mis labios con el glande. Le lamí con suavidad al principio, luego con hambre, con desesperación. Lo tomé entre mis labios, lo envolví con calor, con humedad, con entrega. Mientras uno me follaba por la boca, el otro lo hacía por el coño, y yo era el puente entre ellos, el centro de un placer que me desbordaba. Escuchaba sus jadeos, sus gruñidos, sentía sus manos en mi cuerpo, marcándome, poseyéndome. Papá me sujetaba por las caderas, follando con fuerza, empujando hasta el fondo, como ...
... si quisiera dejarme vacía y llena al mismo tiempo. Daniel me tomaba por el pelo, controlando el ritmo, exigiendo más, más profundidad, más entrega. —Voy a correrme —anunció papá, con voz ronca—. Voy a llenarte por completo, mi niña. No me dio tiempo a responder. Se corrió dentro de mí con un gruñido, caliente, abundante, marcándome como suya una vez más. Y apenas terminó, Daniel apretó mi cabeza contra su polla y se corrió en mi boca, llenándome con su sabor, con su deseo, con su entrega. Yo me corrí con ellos, entre ellos, rodeada de sus cuerpos, de sus fluidos, de su placer. Fue tremendo. Fue sublime. Me sentí en la gloria, llena de leche por todos lados, como una diosa adorada por sus amantes. Y en ese instante, supe que no había vuelta atrás. Que esto era lo que quería. Lo que necesitaba. Lo que siempre me haría sentir viva. Mamá se arrodilló como una devota ante sus dioses, con la cabeza baja, con el cuerpo tenso de vergüenza y deseo. Papá y Daniel estaban frente a ella, aún jadeantes, con las pollas aún húmedas por el placer compartido. Ambos me miraron, como esperando mi señal. Yo era la reina de este reino oscuro, la que dictaba el ritmo, la que decidía cómo terminaba la noche. —Límpialos —le ordené, con voz suave pero firme—. Límpialos bien. No quiero ni una gota de semen fuera de tu boca. Ella no dudó. Primero se acercó a papá, con movimientos lentos, casi reverentes. Su lengua salió de su boca como una serpiente curiosa, rozando la punta de su ...