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Entre el Deber y el Placer 4
Fecha: 20/10/2025, Categorías: Incesto Autor: amandanenasexy, Fuente: TodoRelatos
Esa noche acostada en mi cama empecé a acariciar mi tan deseado cuerpo, cuando escuché los pasos cautelosos de Gabriel acercándose a mi puerta, supe exactamente lo que iba a pasar. Y esta vez, no tenía intención de detenerme, empecé a tocar mi cuerpo ante la mirada de mi hijo… La luz tenue entraba por la ventana y el aire estaba cargado de una electricidad que parecía vibrar, estaba vestida sólo un brasier negro de encaje que realzaba mi piel blanca y una tanga diminuta del mismo color. Entre la rendija de la puerta entreabierta, Gabriel estaba ahí de pie y yo, su madre era un espectáculo de curvas, cada movimiento de mis manos sobre mi cuerpo me enloquecía un poco más. Fingí no notar su presencia, y comencé a acariciarme con lentitud, mis dedos descendieron por mi cuello, jugueteando con el borde del brasier, haciendo que los pezones se endurecieran bajo el brasier. Un suspiro escapó de mis labios—lo suficientemente audible para que Gabriel lo escuchara. —Mmm…— gemía, mientras mis manos recorrían mi cintura, mis caderas, hasta llegar al borde de la tanga Gabriel no pudo resistir más. Su mano se deslizó dentro de su pantalón de pijama, agarrando su erección. Sentí el peso de la mirada de mi hijo, en un pequeño movimiento de mi cuerpo, di a Gabriel una vista perfecta de mi cuerpo. —Ah…— jadeé, rozando la tanga húmeda con la punta de mis dedos. Gabriel, al otro lado de la puerta, se masturbaba rápidamente, sus gemidos leves mezclándose con los ...
... mios. Estaba completamente perdida en el juego, y me dejé llevar. mis dedos se hundieron bajo la tanga, explorando mi humedad con movimientos lentos. —Sí…— susurré, imaginando que eransus dedos los que me tocaban. Acaricie suavemente mi vagina sobre la tanga negra, cada vez más rápido mientras mi hijo veía como lo hacía, de la misma forma el se masturbaba con la mano dentro del pijama, lo gemidos leves – mamá – se mezclaban con los mios y sin darme cuenta el orgasmo me golpeó como una ola, sacudiendo mi cuerpo con tal intensidad que tuve que morderme el labio para no gritar. Al otro lado de la puerta, Gabriel también llegó a terminar, con gemidos leves, sabiendo que al fin consiguió dar el siguiente paso. La mañana siguiente, la cocina estaba cargada de una tensión palpable, yo había elegido un pijama de seda que se pegaba a mi cuerpo como una segunda piel, el escote lo suficientemente pronunciado como para dejar poco a la imaginación. Gabriel no podía apartar los ojos de mi escote, cada movimiento, cada risa, cada vez que me inclinaba para servir el café, era un recordatorio de lo que mi hijo había visto la noche anterior. Angel estaba sentado frente a su hermano, notó la intensidad de las miradas hacia mi cuerpo, algo en la forma en que Gabriel me observaba, en la forma en que intercambiábamos miradas y sonrisas, todo eso le hizo fruncir el ceño. —¿Qué pasa con ustedes dos?— preguntó, su voz cortante. Yo, con una sonrisa inocente, serví más jugo. —Nada, ...