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Un trío muy caliente
Fecha: 22/10/2025, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Analya, Fuente: CuentoRelatos
Levantas la vista y me descubres, allí, descubierta, ausente en la penumbra, semidesnuda. Sonríes con lascivia, mezcla de pasión y odio, me deseas, sexo continuo y frenesí y más deseo. En mi seriedad me relajo, pongo música y me dejo llevar a un sillón. Me pierdo ahí entre dos brazos de gamuza que semejan a los tuyos amarrándome, egoísta de poseerme. Pierdo mi vista en el cielo, en el paraíso raso con luz tenue y algo de humedad, la misma que empieza a surgir en tu cuerpo joven. Te colocas frente a mí, cautivadora, princesa del siglo catorce intentando seducirme, con tus pechos desnudos, senos ardientes y duros que se fijan en mis ojos claros. Dices para tu propio ser que este es el momento, el preciso instante. Es el ahora, la inmediatez, cuando tu cara y tus cabellos lacios se introducen entre mis piernas. El preciso instante en donde tu lengua va recorriendo despacio mi tanga, separándola para encontrar el néctar, el fruto más preciado. Los labios rosados son abiertos con tus dedos para que tu boca se deslice con fruición, hambrienta, descontrolada. Chupas más y más fuerte, con más velocidad, hasta el hartazgo, hasta que descubres que mi cuerpo tiende a electrificarse, que mi voz comienza a jadear con una halo de éxtasis y sufrimiento. Te frenas. Mi orgasmo era inminente y lo sabías, lo intuías como una experta, como una verdadera puta callejera. Tus ojos brillaban. Te levantas y acercas tu cara a mis pechos. Lo regodeas, intentas amasarlos con tus manos y lo ...
... logras. Pezón de fresa en tu boca ansiosa y tu saliva que rodea mis tetas calientes. No pongo resistencia alguna. Abrazas mi cuerpo, lo llevas al tuyo en forma egoísta. Manos de hembra sobre caderas de hembra. Las lenguas juguetean deseosas llenándose de calor intenso y nuestras manos semejan pulpos cuyos tentáculos absorben las epidermis, las diferentes texturas de piel, y los sexos, mojados ya, que se frotan con magnificencia. Y luego los cuerpos que vuelven a trenzarse como una lucha de catch, a confundirse cobardemente con números aleatorios. El uno, el otro, el dos, el sesenta y nueve, tu boca en mi entrepierna, y la mía en la tuya que se cierra para no dejar escapar tu humedad. Mi mirada distrae el objetivo máximo de aquellas savias que le regalabas a mi boca desértica por una aparición, una imagen, primero media borrosa, ahora todo materia. La silueta que ya no es tal sino un cuerpo, una masa de carne desprovista de ropa que se acerca a nosotras. Imagino que es él, ese del que tanto hablabas, caminando ahora con su sexo hacia mi boca sacudiendo artesanalmente su carne, con su caminar altanero como un emperador dispuesto a fornicarse a todas su subalternas. Me acaricia mi pelo en forma suave y comienza a refregarme su pene tieso por toda mi cara, hasta que mis labios y mi boca no resisten más y lo devoran sin piedad. La música seguía sonando y era acompañada de nuestros gemidos que se sucedían como los orgasmos incesantes, eternos. Mi boca continuaba atragantada del ...