1. La señora de la limpieza se lo merece


    Fecha: 23/10/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: elzorro, Fuente: CuentoRelatos

    Juan, de 22 años, besó en los labios a su chica mientras ambos yacían desnudos sobre la cama, él encima de ella. Las piernas de Raquel flexionadas, los pies apoyados a la altura de la cintura del chico y el pene de este dentro de su vagina.
    
    Juan se incorporó levemente apoyando los codos a ambos lado de la cabeza de su pareja para tomar impulso, apretó el culo y empujó con determinación. Raquel cerró los ojos y apretó los labios mientras el placer se agarraba a su cuerpo.
    
    El viejo despertador sonó con su habitual timbre irritante.
    
    -Joder. -blasfemó el hombre.
    
    -Termina por favor… -susurró la chica.
    
    Juan la besó en la boca con ansia. Sacó su miembro a mitad de camino e inició una rápida sucesión de embestidas que terminaron en eyaculación y orgasmo.
    
    La mañana transcurrió sin novedades en la universidad dónde estudiaba su último curso de carrera. Por la tarde regresó a casa de sus padres. Juan vivía con sus progenitores y visitaba a su pareja un par de veces por semana. Tenían sexo por las noches y a veces, como aquel día, por la mañana.
    
    La vivienda familiar era bastante grande, cuatro habitaciones, tres cuartos de baño y un salón dónde había mesa grande y lámpara de cristal estilo palacio.
    
    -Nos vamos al teatro hijo. -se despidió su madre cerrando la puerta.
    
    Juan se quedó en la casa… con María.
    
    María era la chica… corrijo, la mujer de la limpieza. Era de complexión delgada y fibrosa y piel bastante blanca. La edad, cerca de cincuenta, aunque no ...
    ... aparentaba más de cuarenta y cinco. La procedencia, este de Europa.
    
    Faltaría una media hora para que acabase su turno cuando, por azar, Juan salió de su habitación caminando en calcetines como un felino, en completo silencio. Esperó encontrar a María en la cocina, pero no estaba allí.
    
    “Se habrá ido” pensó.
    
    En ese momento le pareció oír el sonido de algo que rozaba.
    
    Desestimó la idea de abrir la nevera y, de nuevo en silencio, se dirigió hacia la habitación de sus padres. La puerta estaba entreabierta y María estaba sacando unos billetes del cajón.
    
    Juan, que llevaba el móvil en la mano, grabó la escena y volvió a su habitación.
    
    Veinte minutos después la mujer de la limpieza anunció que se iba.
    
    -Perdone. Tiene un minuto antes de irse. -llamó Juan desde su cuarto.
    
    María se extrañó, pero aun así dejó su abrigo y entró en la habitación del joven.
    
    Juan levantó la vista del libro que estaba leyendo e invitó a sentarse a la mujer.
    
    -Gracias, estoy bien así. -respondió manteniéndose en pie, expectante.
    
    El chico se levantó de la silla y preguntó.
    
    -¿Tiene algo que contarme?
    
    -¿Yo?, nada… ¿por qué lo pregunta?
    
    Juan se acercó a la puerta de su cuarto y la cerró echando el pestillo.
    
    Luego, dirigiéndose a María sin rodeos, le contó lo que había visto.
    
    -No intente negarlo. Lo tengo grabado.
    
    Durante un segundo la sirvienta pensó que eso era un farol, pero luego, de algún modo, llegó a la conclusión de que el chico decía la verdad.
    
    -Devolveré el ...
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