Una película diferente - Relatos Eróticos

Una película diferente

El salón estaba en penumbra, iluminado solo por el parpadeo tenue del televisor. Era una noche tranquila de viernes. Cristina había preparado una tabla con algo de queso, vino y su típica manta ligera para el sofá. Nada fuera de lo común. Habíamos invitado a Alejo a ver una película, tras insistir durante un tiempo a Cristina, sabedora del morbo que me producía verla cerca de quien ya había usado sus agujeros, y según me contó Cristina, no los usó nada mal. Lo que a simple vista parecía un plan relajado entre amigos, yo veía una situación bastante morbosa donde podrían ocurrir cosas interesantes.

Sonó la puerta, ahí estaba Alejo con su 170 cm de altura, musculado sin que lo fuera en exceso y con esa sonrisa que invitaba a Cristina a darle la bienvenida con un abrazo.

Tras los saludos de bienvenida, Alejo pasó al interior y lo invitamos a sentarse en el sofá mientras terminábamos de preparar todo.

Nos sentamos los tres en el sofá largo: Cristina al centro, yo a su izquierda, Alejo a su derecha. Sus piernas se cubrieron con la manta enseguida. Ella se acurrucó como siempre, con una pierna doblada bajo sí misma. Yo la rodeé con el brazo por detrás del respaldo, y Alejo cruzó las manos sobre su regazo, relajado, con una copa de vino medio vacía.

La película comenzó. Una de esas lentas, de atmósfera espesa y silencios largos. Cristina estaba tranquila al principio, pero poco a poco, noté algo sutil. Cambios mínimos. Movimientos nerviosos. Se movía demasiado para ...

... estar cómoda. Se ajustaba el cabello sin motivo. Respiraba más profundamente.

Cristina: uhmmm....

Pensé que era el vino.

Hasta que vi cómo su cuerpo se tensaba y cambiaba de posición, se recostó en el sofá apoyando una de las piernas sobre la mía.

Ella intentaba parecer normal. Mantenía los ojos fijos en la pantalla, como si realmente estuviera atenta. Pero su mano izquierda, que había estado sobre su muslo, desapareció bajo la manta. Y fue entonces que supe —o quizás solo intuí— que aquella fantasía de ver a Cristina usada al antojo de Alejo, no estaba demasiado lejos.

Mi brazo seguía por detrás de ella, pero sus hombros estaban rígidos. Alejo se mantenía en silencio, completamente concentrado en la pantalla. Demasiado concentrado. Su mano derecha, que debería haber estado visible… no lo estaba.

Cristina, excitada e hipnotizada por aquella situación sobrevenida, giró levemente su cabeza hacia a mí, mirándome fugazmente de forma pícara mientras mordía su labio inferior.

Yo era el único que no tenía su mano bajo la manta, y aunque con alguna duda inicial... me atreví suavemente a deslizar mi mano sobre su muslo izquierdo.

Cristina al sentir mi participación suspiró profundamente echando su cabeza hacia atrás mientras duró ese suspiro.

Se sentía excitada, caliente y le recorría el morbo de sentir dos manos a su servicio.

Que Alejo tenía su mano izquierda en el coño de Cristina era completamente cierto aunque sus movimientos eran tan sutiles, que no ...