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Una película diferente
Fecha: 27/10/2025, Categorías: Infidelidad Autor: mirones8890, Fuente: TodoRelatos
... parecía que estuviera en movimiento, pero a medida que mi mano se acercaba a su vagina, los movimientos se hacían mas notorios. Sus dedos jugaban con su clítoris sin penetrar su coño, al menos de momento. Sus movimientos eran sutiles, seguros y contínuos. Al fijarme en la expresión de Cristina, también debería añadir que esos movimientos eran bastante certeros, por lo que me detuvo cuando rocé sus labios mayores, ya que no quería que Alejo se percatara de mi participación impasible en aquella escena. Solo acariciaba la parte interna del muslo de Cristina, a lo que su piel reacción tornándose de gallina. La manta apenas se movía. Solo una leve tensión entre las telas, casi imperceptible. Pero suficiente. Cristina tragaba saliva más seguido, fruncía los labios, entrecerraba los ojos. No hablaba. No quería delatarse. A veces me miraba fruto del morbo y la excitación, a la vez que deslizaba su izquierda sobre mi entrepierna, la cual estaba para ese entonces a punto de estallar. Yo giré un poco la cabeza, como para estirarme. De reojo, vi su mano. Apretaba con fuerza el borde de la manta. Sus nudillos estaban tensos. Ella no hablaba, pero en su interior, gritaba. No de miedo. De deseo. De placer contenido. Las respiraciones se sincronizaban. Lentas. Silenciosas. Cristina cruzó las piernas de nuevo, y en ese movimiento se acercó sutilmente más a Alejo. ...
... Sus muslos rozaban, apenas. Pero se notaba la electricidad. Él se inclinó muy levemente hacia ella. Solo unos centímetros. Lo justo para que su brazo tuviera más espacio bajo la manta. Cristina gimió. Muy bajo. Tan bajo que solo lo escuché yo, porque estaba a su lado. Fue más un suspiro tembloroso. Y después, la rigidez. Un pequeño espasmo, un movimiento involuntario de su pierna que hizo que la manta se deslizara un poco. Cristina: Ahhhh, uhmmm, uhmmm. Alejo mantuvo la compostura. Cristina se mordía el labio. Sus ojos estaban cerrados por momentos. Cuando los abría, evitaba los míos. Había fuego en su rostro, pero disimulado con maestría. Yo no dije nada. No me moví. Fingí estar completamente absorto en la película. Pero sentía todo. El roce leve de sus movimientos. La tensión caliente de su piel junto a la mía. El aroma apenas perceptible de su excitación mezclado con el vino. Sabía, sin ninguna duda, que ella acababa de correrse en silencio entre nosotros dos. Tocada por Alejo, quien demostró que no era la primera vez que jugaba con ese conejito. A centímetros míos. Bajo la manta. La película terminó. Cristina se levantó a estirar las piernas, con la voz temblorosa. —Voy a la cocina un momento —dijo, sin mirarnos. Alejo solo asintió, relajado. Como si nada. Yo me quedé sentado, con la respiración calma y el corazón latiendo fuerte en el pecho.