-
De lo virtual a lo real
Fecha: 27/10/2025, Categorías: Erotismo y Amor Autor: inflame_blue, Fuente: CuentoRelatos
Una noche aburrida, mientras la ciudad dormía y el silencio se adueñaba de las calles, yo, un hombre de veintinueve años, delgado y de naturaleza introvertida, decidí entrar a un chat erótico en internet. Era algo que hacía con frecuencia cuando el tedio se apoderaba de mí, un escape para calentarme y olvidar la monotonía. Comencé a hablar con varias chicas, intercambiando mensajes picantes y fotos sugerentes, como era habitual en esos encuentros virtuales. Pero esa noche, algo fue diferente. Entre las conversaciones, una chica llamó mi atención. Se hacía llamar “Ladysex”, tipico nick de un chat hot. Empezamos con las típicas preguntas calientes: “¿Qué te gusta hacer?”, “¿Qué te excita?”, y pronto estábamos los dos masturbándonos, enviándonos fotos íntimas. Yo le mandé una de mi pene erecto, y ella, sin dudarlo, me envió una de sus pechos generosos, que me dejaron sin aliento. La conversación fue subiendo de tono, y en un momento de curiosidad, nos preguntamos de dónde éramos. Para mi sorpresa, descubrimos que vivíamos en la misma provincia, y luego, en la misma ciudad. Pero lo que realmente encendió la llama fue darnos cuenta de que estábamos a solo dos barrios de distancia. Eso cambió todo. Lo que había comenzado como un juego virtual ahora se sentía real, tangible. —¿Y si nos vemos? —propuso Ladysex, su voz cargada de deseo a través de la pantalla. —Podríamos hacerlo —respondí, sintiendo cómo mi corazón aceleraba. Acordamos reunirnos esa misma noche, con ...
... precaución, ya que, a pesar de la confianza que habíamos construido, éramos desconocidos en la vida real. La pasé a buscar en mi auto, con la intención de ir a mi casa, donde todo sería más privado. Pero la calentura que habíamos acumulado en el chat era demasiado intensa como para esperar. Cuando ladysex subió al auto, el aire se cargó de tensión. Llevaba un vestido ajustado que resaltaba sus curvas, y su perfume dulce y seductor me envolvió. Nos miramos, y sin decir una palabra, supimos que no llegaríamos a mi casa. —¿Aquí? —pregunté, aunque la respuesta era obvia. —Aquí —confirmó ella, con una sonrisa pícara. Aparqué el auto en un callejón oscuro, donde las luces de la ciudad apenas llegaban. El silencio de la noche solo era interrumpido por el sonido de nuestras respiraciones aceleradas. Sedienta se acercó a mí, sus labios rozando los míos, y comenzó a besarme con una pasión que me descolocó. Sus manos recorrían mi cuerpo, desabotonando mi camisa con prisa, mientras yo me perdía en la suavidad de su piel. Sin perder tiempo, me desabroché el cinturón y me recliné en el asiento, permitiendo que Ladysex tomara el control. Ella se arrodilló entre mis piernas, su vestido subiendo hasta sus caderas, revelando unas bragas negras que contrastaban con su piel clara. Con una mirada cargada de deseo, comenzó a desabrochar mi pantalón, sacando mi pene erecto con una habilidad que delataba su experiencia. —Eres tan duro —murmuró, antes de llevárselo a la boca. Lady ...