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Gracias al trabajo
Fecha: 03/11/2025, Categorías: Bisexuales Autor: vantheway, Fuente: CuentoRelatos
Hola, soy un hombre de 52 años, casado y hetero morboso, me caliento bastante cuando veo un nabo empalmado. Mi matrimonio hace ya tiempo que perdió esa magia en el sexo, cuando hacemos el amor mi mujer y yo, ella se queda muy quieta, ya no es la persona con esa excitación como antes. Quizás por eso empecé a fijarme en las pollas de los tíos cuando veía porno hetero, después me pasé a ver porno bisexual y me excitaba muchísimo cuando veía esas pollas correrse. En el trabajo, y por motivos de hacer una inspección a determinadas sedes dependientes de la empresa en la que trabajo, me mandaron unas 2 semanas al arco de la Bahía de Cádiz, hacía bastante que no follaba con mi mujer, al menos 3 semanas, ni con mi mujer ni con nadie, bueno, con mi mano sí, ya me entendéis. Pues eso, cuando llegué al hotel y vi la habitación pensé en lo bien que estaría si hubiese un hombre conmigo allí, así que me dije que no podía desaprovechar el momento que me brindaba la empresa, así que cogí el portátil y me puse a buscar a hombres que cumplieran unas determinadas condiciones, por ejemplo: no me gustan los típicos tíos de gimnasio, musculitos y muy tatuados, no van conmigo, no me gustan los que tienen la polla gigantesca, los prefiero con pollas normalitas, imagino que será por el miedo de que si me la meten pueda doler más, no me gustan los pelos, me desagrada el notar un pelo en mi boca… En fin, después de mucho buscar y de entre todos los que me contestaron, me fijé en uno que ...
... cumplía con las condiciones, era un hombre de Sevilla que estaba por la Bahía de Cádiz también por trabajo, casado (esto es importante porque los casados cuidamos más la discreción) así que quedamos por la tarde, sobre las 20 horas en un conocido bar. Después de trabajar, acabé sobre las 18:30 me fui al hotel y me preparé con esmero, una buena ducha dedicando especial atención a determinadas zonas de mi cuerpo, así que bien vestido y perfumado lo justo, salí del hotel rumbo al bar en el que quedamos. Cuando iba llegando me iba poniendo cada vez más nervioso y pensaba si lo estaba haciendo bien o no, pero ya de perdidos al río, entré en el bar y me senté en una mesa que estaba vacía. Pedí una cerveza y me puse a esperar, ya faltaban 10 minutos para las 20 h cuando entró un hombre regordete, alto como de 1,80, yo mido 1,74, y muy nervioso, echó una mirada a todas las mesas y se sentó en una mesa vacía que estaba en la otra punta del bar. Pensé que era él mi cita cuando recibo un whatsapp de él en el que me decía que ya estaba en el bar, cuando levanto la cabeza veo a la persona que se sentó en la otra esquina del bar con el móvil en la mano, así que le dije: – mira hacia tu izquierda, el hombre que está solo en la mesa junto a la venta, soy yo. Me miró y se puso a reírse, se levantó con su consumición y se sentó junto a mí, ufff me puse más nervioso y él también lo estaba, así que le dije que mejor nos relajábamos charlando antes de hacer nada, cosa con la que estuvo de ...