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Una Noche de Fuego en Málaga
Fecha: 13/11/2025, Categorías: Infidelidad Autor: GTor0, Fuente: TodoRelatos
Soy Antonio, un hombre de 60 años, gordo y calvo, con una vida monótona en Madrid junto a mi mujer, Carmen. Habíamos viajado a Málaga para la primera comunión de mi sobrina, un evento típico de la Andalucía profunda, lleno de tradiciones, familia y, claro, una gran fiesta después de la ceremonia. La iglesia, decorada con flores blancas, estaba en un pueblo cercano a Málaga, y el banquete se celebraría en un cortijo con vistas a las montañas. No esperaba que ese día, entre el bullicio de los niños y las charlas familiares, mi vida daría un giro que aún me hace sudar al recordarlo. Llegamos al cortijo después de la ceremonia. El sol de mayo calentaba con fuerza, y el ambiente estaba lleno de risas, música flamenca y el olor a jamón ibérico y vino tinto. Carmen, como siempre, se puso a charlar con las tías y primas, dejándome a mi aire con una copa de vino en la mano. Fue entonces cuando la vi una mujer despampanante, andaluza de pura cepa, con el pelo largo y castaño cayéndole por los hombros, un cuerpo voluptuoso que llenaba su vestido negro ajustado, y una sonrisa pícara que parecía prometer problemas. Estaba comiendo una banana de una manera que no dejaba mucho a la imaginación, chupándola con una sensualidad descarada mientras sus ojos se cruzaban con los míos. No sé si fue el vino o el calor, pero mi polla se despertó al instante debajo de mis pantalones de traje, apretándome contra la tela. Me acerqué, no sé ni cómo tuve el valor. “Hola, soy Antonio, el tío de la ...
... niña,” dije, intentando sonar casual mientras mi barriga sobresalía más de lo que me gustaría. Ella me miró de arriba abajo, sin disimular, y soltó una risita. “Yo soy Sandra, una amiga de la familia. ¿Qué pasa, Antonio, te ha gustado cómo me como la banana?” Su acento malagueño era como miel, pero sus palabras eran puro fuego. Sentí que mi cara se ponía roja, pero no pude evitar responderle: “Pues la verdad, sí. Me ha puesto un poco… nervioso.”Sandra se acercó más, hasta que su perfume dulzón me envolvió. “¿Nervioso, eh? A mí me gustan los hombres con experiencia, aunque sean un poco… rellenitos,” susurró, rozando mi brazo con sus dedos. Miré a mi alrededor, asegurándome de que Carmen estuviera ocupada con las demás mujeres. La música estaba alta, y la gente parecía perdida en sus conversaciones. “Ven, sígueme,” me dijo Sandra, y sin pensarlo dos veces, la seguí como un perro hambriento. Me llevó a una zona apartada del cortijo, detrás de unos olivos, donde el ruido de la fiesta se apagaba. Apenas llegamos, se giró hacia mí y, sin mediar palabra, me empujó contra un árbol. “Vamos a ver qué tienes para mí, gordito,” dijo mientras se arrodillaba frente a mí. Mi corazón latía tan fuerte que pensé que me iba a dar un infarto. Desabrochó mi cinturón con una rapidez que me sorprendió, y en un segundo, mi polla gorda y medio calva, como yo, estaba libre, apuntando hacia su cara. “No está mal,” murmuró, y sin más, se la metió en la boca. Joder, qué sensación. Su boca era caliente y ...