-
Una Noche de Fuego en Málaga
Fecha: 13/11/2025, Categorías: Infidelidad Autor: GTor0, Fuente: TodoRelatos
... placer que no escuché los pasos que se acercaban al almacén. De repente, alguien tocó la puerta. “¿Hay alguien ahí?” Era una voz de mujer, y por el acento, supe de inmediato que era Carmen; mi corazón se detuvo por un segundo. El sudor que me recorría la espalda se volvió frío de golpe, y mi polla, que seguía enterrada dentro del coño apretado de Sandra, dio un salto de puro nerviosismo. “Mierda, es mi mujer,” susurré, congelado, sin saber qué hacer. Sandra, en cambio, no parecía ni un poco preocupada. Giró la cabeza para mirarme, con una sonrisa traviesa en los labios, y susurró: “Pues será mejor que te des prisa, gordito, o nos van a pillar con las manos en la masa.”La voz de Carmen volvió a sonar al otro lado de la puerta. “¿Antonio? ¿Estás ahí dentro? Te estoy buscando por todos lados.” El pomo de la puerta giró, pero gracias al pestillo que Sandra había puesto, no pudo abrirla. Mi mente era un torbellino, pero mi cuerpo no quería parar. El coño de Sandra me tenía atrapado, caliente y húmedo, y ella seguía moviendo el culo contra mí, como si quisiera provocarme aún más. “Vamos, fóllame rápido, no seas cobarde,” me dijo en voz baja, y joder, no pude resistirme. Volví a embestirla, esta vez más rápido, intentando no hacer ruido, aunque el sonido de mi pelvis chocando contra su culo era imposible de evitar. Sandra se mordía el labio para no gemir fuerte, pero pequeños jadeos se le escapaban mientras yo la follaba con todo lo que tenía. “Antonio, contesta, ¿estás ahí o ...
... no?” insistió Carmen, y esta vez golpeó la puerta con más fuerza. “Sí, sí, estoy aquí, Carmen,” logré balbucear, mi voz entrecortada por el esfuerzo. “Estoy… estoy buscando una botella de vino para la fiesta, dame un segundo.” Sandra soltó una risita baja, y susurró: “Buena excusa, viejo.” Me apretó el culo con una mano, animándome a seguir, mientras con la otra se tocaba el clítoris, sus dedos moviéndose rápido entre sus piernas. Mi polla estaba a punto de explotar otra vez; el peligro de que nos pillaran solo hacía que todo fuera más intenso. “Me voy a correr otra vez, joder,” gruñó Sandra, y sentí cómo su coño se apretaba alrededor de mi verga, pulsante, mientras ella temblaba de placer. Ese fue el empujón que necesitaba. Me corrí dentro de ella, soltando todo lo que me quedaba, mis huevos vaciándose mientras gemía lo más bajo que podía, con la puerta todavía siendo golpeada por Carmen. Me aparté rápidamente, con las piernas temblando y la polla goteando los últimos restos de semen. Sandra se bajó el vestido con una calma que me sorprendió, como si no acabáramos de follar como animales mientras mi mujer estaba a dos metros de nosotros. “Arregla eso,” me dijo, señalando mis pantalones, que todavía estaban por los tobillos. Me los subí a toda prisa, intentando recomponerme mientras mi corazón seguía latiendo como si fuera a salírseme del pecho.Sandra se acercó a la puerta, me guiñó un ojo y la abrió de golpe. “Ay, Carmen, lo siento, estábamos buscando unas botellas de ...