Ayudando a Isabel con sus sesiones 2 - Relatos Eróticos

Ayudando a Isabel con sus sesiones 2

El Juego de la Dominación---María lleva las cosas al límite, explorando los testículos de Roberto y llevándolo al borde del placer y el dolor. ¿Podrá Roberto aceptar su sumisión y disfrutar de lo que lo hace sentir incómodo? Una sesión intensa que lo transformará.---

Roberto llegó puntual a la siguiente cita, tal como había acordado con María. Llevaba puesta la jaula de castidad que ella le había colocado en la sesión anterior, un recordatorio constante de su sumisión. La lencería femenina que también le había puesto María se ajustaba a su cuerpo, resaltando su figura de una manera que le hacía sentir tanto vergüenza como excitación. Sabía que esta sesión sería diferente, que María estaba dispuesta a llevar las cosas más lejos, y eso lo llenaba de una mezcla de miedo y anticipación.

María, por su parte, llegó con una seguridad que no había mostrado antes. Su postura era erguida, su mirada firme, y su sonrisa tenía un dejo de malicia que no pasó desapercibido para Roberto. Llevaba un vestido ajustado que resaltaba sus curvas, y sus tacones altos hacían que su presencia fuera aún más imponente. Isabel, quien había sugerido la terapia de choque, estaba presente también, sentada en un rincón de la habitación con una expresión de interés y curiosidad.

"Buenas tardes, Roberto," dijo María con una voz que combinaba dulzura y autoridad. "Veo que has seguido mis instrucciones al pie de la letra. La jaula de castidad te sienta bien, aunque creo que hoy vamos a explorar un ...

... poco más tus límites."

Roberto tragó saliva, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza. "Sí, María," respondió en un susurro, bajando la mirada para evitar su intensa mirada.

María se acercó a él, sus tacones resonando en el suelo de madera. "Hoy vamos a jugar un poco con tus testículos," dijo, su voz baja y seductora. "Han estado encerrados en esa jaula durante una semana, ¿no es así? Deben estar sensibles, hinchados, llenos de deseo."

Roberto asintió, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda. Sabía que María tenía razón. La semana sin eyacular había sido una tortura, y sus testículos estaban más sensibles de lo normal. La sola idea de que María los tocara le provocaba una mezcla de miedo y excitación.

María sonrió, claramente disfrutando de su poder sobre él. "Vamos a empezar con algo sencillo," dijo, sacando una pequeña fusta de su bolso. "Un poco de estimulación para despertar tus sentidos."

Antes de que Roberto pudiera reaccionar, María levantó el brazo y lo hizo caer suavemente sobre sus testículos. El golpe fue ligero, pero suficiente para hacer que Roberto se retorciera y emitiera un gemido de dolor y placer. La sensibilidad de sus testículos era extrema, y el contacto del látigo envió ondas de sensación a través de su cuerpo.

"¿Te gusta eso, Roberto?" preguntó María, su voz cargada de burla. "¿Te gusta sentir cómo tus testículos son castigados después de una semana de encierro?"

Roberto no pudo responder. El placer y el dolor se mezclaban en su ...