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Despacio
Fecha: 18/11/2025, Categorías: Gays Autor: GenovevaSexy, Fuente: CuentoRelatos
... que quedaba en mi mente tomó consciencia. -¡No puedo! -le dije- Soy un hombre. Fue hasta su armario, tomó una caja y sacó unas bellas sandalias blancas planas. Las puso en mis pies. Me amarró las cintas atrás del tobillo. Fue una sensación alucinante. -Por el momento, con esto basta- y sin darme tiempo, comenzó a besarme de nuevo colocándose a un lado de mí. Delicadamente, frotó en círculos pausadamente con el dedo medio de cada mano mis dos tetillas. Luego, uniendo el dedo pulgar las pellizcó fuertemente. Gemí en voz muy alta, casi un grito. Era una explosión de placer. Luego, su lengua bajó de mi boca hacia una de las tetillas y la comenzó a succionar. Su mano bajó a mi micromiembro. Me acarició despacio los testículos y súbitamente los apretó. Gemí de nuevo. Su mano continuó sobre mis huevos y los aruñó provocando que yo levantara las caderas de gozo; a lo cual el bajó más su mano y con su dedo medio llegó a mi húmedo ano. Masajeó la entrada de mi agujero. Yo respiraba agitadamente. Habríamos pasado al menos 40 minutos en ese disfrute. Fernando era un verdadero rey de la seducción. -Mira que hermosos se ven tus pies mi princesa- me demostró mientras levantaba mis piernas y colocó sus tobillos en sus hombros. Me besó de nuevo y su lengua juguetona llegaba hasta mis amígdalas. Lo abracé. Sí, con esas sandalias mis pies se veían preciosos y me sentí una verdadera mujer, una nena. Sentía su hermosa verga dura en la puerta de mi agujero. Se separó de mi boca y supe ...
... que el momento de convertirme en una mujer había llegado. Me volteó y me puso boca abajo. Me tomó de las caderas y las empinó. Abrió mis nalgas y en mi ano ahora expuesto, escupió abundante saliva para humedecerlo. Su dedo medio fue el primero en entrar. Grité muy femeninamente al sentir como sus gruesas falanges entraban dentro de mí. Rascó por dentro mi recto buscando mi próstata y, al encontrarla, perdí el control, jadeando y abandonándome al deleite sexual. Sentí la punta hirviente de su miembro en mi agujero, me sujetó de los hombros y, tomando impulso me hizo por fin suya. El dolor era implacable. Me metió la verga y se quedó dentro. Sentí como palpitaba en mi intestino su grueso miembro caliente. Encogí los dedos de los pies y al sentir la suela y las tiras de las sandalias en ellos y como se ventilaban con el escaso aire del lugar recordé que no tenía por qué preocuparme: ya era una mujer completa. Fueron más de 20 minutos de regocijo. Me acostumbré agradecidamente a sentir el miembro de Fernando entrar y salir de mi ano. Cada vez que salía, le suplicaba que entrara de nuevo y lo hacía con fuerza y más profundamente. Mis gemidos eran de agonía, de dolor, de complacencia, de lujuria. Sentirme mujer se convirtió en ese momento en mi único vicio. Sus penetraciones fueron cada vez más rápidas. Nuestro sudor se mezclaba y sentía a gusto como sus gotas caían en mi espalda. Ambos gritamos, jadeamos, gemimos y al él acelerar cada impulso dentro de mi recto pensé en ...