-
Mi cuñado marroquí 2 (Cap VII)
Fecha: 29/11/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Domadordepalabras, Fuente: TodoRelatos
Novela completa disponible en Ámazon: https://amzn.eu/d/6JGymEF Capítulo VII Los “archivos” de Abdul y Miranda. (III) No podía dormir, me odiaba a mí mismo por mi debilidad… Me odiaba a mí mismo, porque no era capaz de tomar una determinación drástica. Quería muchísimo a esa bellísima cerda y lo quisiera o no, sabía que ella también me amaba a mí… Pero algo había cambiado, todo este tiempo, algo había cambiado en ella. Mientras me colocaba la cazadora, pensaba en mil cosas al mismo tiempo… Mi cabeza, era una olla a presión apunto de explotar. Necesitaba hacer algo. Necesitaba entender por qué sucedió todo esto, cómo recuperar a mi mujer tal como la conocía. Me preguntaba cómo podría revertir el tiempo, y volver atrás, al tiempo en el que no estaba Abdul en mi vida. Subí a mi moto y comencé a pasear por las calles de Granada. Finalmente, terminé en el barrio del Sacromonte. Aquella zona que antaño había sido humilde, ahora se había convertido con el turismo en la zona por antonomasia del flamenco. Dejé mi moto en un local al que generalmente no solía ir. En el cartel ponía cueva de los Amaya. Era un sitio bastante interesante, la típica casa encalada con un habitáculo interior, excavado en la raíz de la montaña y utilizado ahora como un mesón flamenco. Justo en el momento en el que entraba, comenzaba un espectáculo de cante y baile. El rasgueo de guitarra flamenca, desvió mi atención hacia el tablao. De repente, toda la ...
... cueva se oscureció, y yo, que me había sentado en primera fila, pude apreciar aquel toque de guitarra. Una pequeña e íntima luz, se posó sobre aquella guitarra y aquellas manos mágicas que tocaban aquel soniquete tan hipnótico como atrayente. A continuación, tras aquel rasgueo, al fondo se escuchó una voz melódica masculina, que cantaba unos versos al compás de aquella guitarra. Un par de compases, otra pequeña luz, un poco más intensa, cenital, nos presentó a una figura femenina, vestida, como las antiguas gitanas canasteras, con su vestido de vuelo, y un mandil rojo a la cintura, y protegiendo sus hombros, un mantón de raso negro que hacía juego con aquella melena oscura, casi azabache. El ritmo hipnótico de aquella guitarra, hacía que ese cuerpecito, esa silueta armónica, se moviese al compás del quejío del cantaor… La silueta de aquella joven, se fusionaba con la luminotecnia del tablao, creando una suerte de efectos lumínicos, que conseguían hipnotizar a todo aquel que disfrutaba del maravilloso espectáculo. Ver aquella joven, moviendo sus caderas, poder disfrutar de aquella silueta, acariciando el aire, acariciando las caóticas figuras geométricas y concéntricas, que marcaba el humo, cuando era roto por el movimiento de sus manos, era verdaderamente catártico. De repente, la expresión concentrada, doliente, sentida de aquella bailadora, se cruzó con mi mirada. Y hubo un instante Epifanico… Hubo una revelación humana que conectó nuestras dos ...