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Por un seguro, fui a buscar una cogidita – Parte 4
Fecha: 02/12/2025, Categorías: Sexo en Grupo Transexuales Voyerismo Autor: danielasolatrans, Fuente: SexoSinTabues30
Por un seguro, fui a buscar una cogidita – Parte 4 Hola, aquí estoy de regreso con la cuarta parte de esta aventura morbosa. Después de salir de la casucha, cogida por dos machos y vista por el albañil, estaba agotada, mi culito chorreando leche. Me puse el plug para contener el desastre, mis mallas rasgadas apenas cubriendo mi cuerpo, y llamé al taxista que me había llevado al lote baldío. “Estoy cerca, en diez minutos paso por ti”, dijo. Cansada y llena de semen, me quedé dentro de la casucha, temblando de placer, hasta que llegó. Cuando el taxista me vio subir al taxi, su cara de asombro fue total. Pensó que me habían asaltado, con mi falda arrugada, las mallas rotas y el pelo desordenado. “¿Qué te pasó?”, preguntó, pero sus ojos brillaban de morbo. Le conté toda la aventura: cómo Diego y el cuidador me habían roto el culo, dejándome llena de leche. Mientras hablaba, noté su erección creciendo en los pantalones, un bulto enorme que me hizo mojar el culito otra vez. “Uff, qué rica zorrita”, dijo, dándose cuenta de mis ganas. Tomó mi mano y la llevó a su verga, dura y palpitante bajo la tela. Era de tamaño normal, unos 16 cm, pero tan caliente que me volvió loca. “Chúpamela, putita”, gruñó, y yo, feliz de tener otra verga, obedecí. Me incliné en el asiento trasero, el plug rozándome el ano, y le bajé el cierre. Su verga saltó, dura y sabrosa, con un olor a sudor que me prendió. La mamé por diez minutos, mi lengua recorriendo cada centímetro, sus bolas peludas rozándome la ...
... barbilla. Gemí como nena zorra, y él se corrió con un rugido, llenándome la boca de leche caliente. La tragué toda, saboreando su néctar riquísimo, mientras él jadeaba: “Qué boquita, perrita”. Me dejó en casa sin cobrarme el viaje, guiñándome el ojo. “En otra ya sabes cómo me pagas”, dijo. Yo, feliz, le sonreí, sabiendo que volveríamos a jugar. Llegué a mi departamentito, agotada pero cachonda. Me metí a la ducha para limpiar el semen y el desastre, el agua caliente corriendo por mi culito roto. Mientras me enjabonaba, mi celular vibró con un mensaje de Diego: “¿Putita, ya estás en casa?”. Respondí que sí, y enseguida me llamó. La conversación me dejó fría, pero excitada: —Hola, putita —dijo, su voz grave. —Hola, papi —respondí, con voz de nena coqueta. —¿O sea que te gusta la verga? —preguntó, riéndose. —Algo, jeje —dije, riéndome nerviosa. —Entonces mañana te espero en el mismo lugar. Tengo una sorpresa para ti, perrita. Colgó, y yo no cabía de felicidad. Ese día no sabía cómo alistarme para que Diego me dejara llena otra vez, siendo su puta feliz. Al día siguiente, me desperté temprano, desayunando café y pan, cuando llegó otro mensaje de Diego: “Hola, putita, en una hora te espero. Ya sabes dónde, solo entra”. Mi culito se apretó de emoción. Llamé al taxista, quien dijo que ya pasaba por mí. Me alisté como la zorrita que soy: un hilo negro que apenas cubría mi pene pequeño, unas mallas negras transparentes que marcaban mi culito redondo, un top rosa ajustado, medias blancas ...