1. Parte 2


    Fecha: 06/12/2025, Categorías: Transexuales Autor: Carol travesti, Fuente: TodoRelatos

    Parte 2: Sumisión química y transformación profunda
    
    Los primeros días pasaron como un suspiro entre la ansiedad y la entrega. Carol ya no era solo un nombre secreto: comenzaba a tomar forma en su piel, en sus costumbres, en su respiración. Cada pastilla de estradiol era un ritual sagrado, cada miligramo de espironolactona, un veneno dulce que, lejos de asustarla, la hacía sentir profundamente viva… y sumisa.
    
    Las hormonas no tardaron en hacer efecto. Las primeras señales llegaron con una extraña calma interna, una suavidad emocional que contrastaba con el ruido que antes sentía en su cuerpo. Ya no se despertaba con erecciones involuntarias; en cambio, su pene flácido parecía más tranquilo, como si hubiera empezado a entender que su tiempo estaba llegando a su fin. Al mes, su tamaño flácido ya no superaba los 5 centímetros y quedaba completamente escondido bajo la jaulita que tanto deseaba que pronto ya no le sirviera.
    
    La jaula de castidad de resina se volvió una segunda piel. Ligera, hueca, discreta. El plug, al principio pequeño, se convirtió en su nuevo foco de obediencia. Carol aprendió a ceder, a respirar y abrirse poco a poco. Al cabo de dos semanas, el plug mediano ya no dolía. Solo se sentía… presente. Como un recordatorio constante de que su ano ya no era suyo, que era de su Amo, de su feminización, de su destino.
    
    Cada vez que caminaba, sentía la base del plug rozando suave entre sus nalgas, haciéndola más consciente de su postura, de su cadera, de la ...
    ... forma en que debía moverse. Su cuerpo aprendía a feminizarse desde adentro.
    
    Los cambios se aceleraron en el segundo mes. Sus pezones comenzaron a hincharse con una sensibilidad nueva. Pequeñas punzadas de placer al rozar la tela de su ropa. A veces no podía evitar apretar sus muslos y suspirar; el contacto de sus dedos en sus pezones la hacía estremecer, como si esos botones se volvieran nuevos centros de placer.
    
    Sus glúteos, antes planos y duros, se redondeaban con un volumen suave. Sus caderas se ensanchaban poco a poco, y al mirarse al espejo de perfil, ya podía distinguir la curva tímida que empezaba a formarse. El cuerpo de Carol ya no era el de antes. Sus muslos comenzaban a rozar al caminar, y eso la hacía sentir expuesta, sensual, sumisa. Como si todo su cuerpo gritara en silencio que era una muñeca en transformación.
    
    La libido desaparecía. No de forma brusca, sino como una llama que se apaga lentamente. Los pensamientos calientes ya no eran los mismos. Ya no deseaba "usar" su pene: al contrario, la idea de que jamás volviera a levantarse le provocaba una mezcla de alivio y orgullo. Verlo pequeño, escondido, indefenso, era su mayor victoria. El entrenamiento diario con la jaula y el plug grande al que ya empezaba a acostumbrarse, reforzaban esa imagen: Carol no necesitaba tener erecciones. Carol era para ser tomada.
    
    A las seis semanas, ya no podía recordar la última vez que tuvo una erección completa. El pene, flácido, no superaba los 3 centímetros, y se ...
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