-
Madre hot: El piercing de mamá
Fecha: 07/12/2025, Categorías: Incesto Autor: Alexandre, Fuente: CuentoRelatos
-Álex, cariño, vete a la calle Lontano y en el “Tattoo-shop” entrégale esta cantidad al encargado, que ayer no me llegó el dinero que llevaba. -¿Te has hecho un tatuaje, mamá? -pregunté. -Iba a hacérmelo, pero al final el encargado me animó a colocarme un piercing. Le miré con detenimiento las orejas, las fosas nasales, los labios, las cejas. Allí no había nada. -¿Y dónde lo has puesto? -inquirí intrigado. -Es una sorpresa para tu padre. A ti no te va ni te viene la cuestión -me despachó al tiempo que me entregaba el dinero. “Esta cabeza loca fue capaz de ponérselo en el ombligo como una quinceañera”, iba cavilando mientras me dirigía a la tienda que me indicó, a un par de cuadras de mi casa. -Buenos días -dije al hombre que me atendió: un tipo alto y moreno por el sol, de unos cuarenta años, tatuado de pies a cabeza y con el cabello recogido en rastas-. Vengo a pagarle la deuda de una clienta que ayer por la tarde se colocó un piercing. -Hola -respondió sin dejar de ordenar un surtido de anillos y pendientes-. ¿Vienes de parte de la guarrilla a la que le puse un clitoriano? -¿Un clitoriano? -repuse. -Sí, un piercing en el clítoris. -respondió-. ¿Eres algo de ella? -El hijo de una vecina -mentí. -¡Menudo putón tenéis como vecina, chaval! -No sé a qué se refiere -respondí desconcertado. -A esa te la follas cuando quieras. Venía a tatuarse un kanjis japonés en el brazo y bastó decirle que le quedaría muy bien un piercing en el coño ...
... para que no lo dudase dos veces. El hombre tenía ganas de charla y los clientes escaseaban. Con todo lujo de detalles me contó cómo le rasuró la panocha, dejándole solo una mata de vello púbico tipo brasileiro, y cómo ella se dejaba hacer y se abría cada vez más mostrando una sonrosada raja húmeda y golosa. -Como noté que estaba más caliente que una perra le conté una milonga: Que era preciso relajar los labios mayores para que la perforación fuese menos dolorosa y la cicatrización en vez de dos meses durase menos, de manera que empecé a pajearla y meterle los dedos dentro de la vagina. La dedada la puso a mil. Al poco, estaba más mojada que una vaca. -“A mí lo que me gustaría, decía jadeante la zorra, es un piercing en el clítoris”. Así que no dudé en lamerle con la puntita de la lengua ese botón del placer diciéndole que así evitaríamos la anestesia, y la mujer pasó a suplicarme que la follase convenientemente. Y fue como en la trastienda, sobre la camilla, la hice gozar como una puta en celo. Se tragó todo mi semen sin dejarme gota. Una vez satisfecha y relajada, le coloqué el piercing en el clítoris, que va a volverla loca cada vez que folle o se masturbe. Le entregué el dinero y salí pitando de la tienda. La imagen de aquel rastafari chingándola hasta la extenuación me asaltó hasta llegar a casa. Me encerré en mi cuarto y empecé a pajearme como un mandril imaginando el clítoris de mami atravesado por un alambre rematado en una bolita metálica. Aún escuchaba la ...