1. Madre hot: El piercing de mamá


    Fecha: 07/12/2025, Categorías: Incesto Autor: Alexandre, Fuente: CuentoRelatos

    ... voz de mi madre tras la puerta (“¿Todo bien cariño; te atendió debidamente el encargado de Tattoo-shop?”) cuando me corrí por última vez antes de caer rendido sobre mi cama.
    
    La “sorpresa clitoriana” no debió agradarle demasiado a mi padre, que recién había llegado de un viaje que le ausentó de casa durante una semana y estaba con más ganas de follar que un náufrago en una isla desierta. Estuvieron discutiendo un buen rato en su dormitorio después de la cena. Más tarde supe que mi madre se negó a chingar aquella noche pues tenía dolorida la zona del piercing (yo creo que algo más, después del bombeo del rastafari) y, pese a los requerimientos de papá, tampoco se dejó dar por el ano pues “ella era una mujer decente y no hacía esas guarrerías”. El caso que papá cabreado se vino a dormir a mi cama cagándose en lo de arriba y en lo de abajo. En medio de la oscuridad se acostó junto a mí. Yo me hacía el dormido pues no tenía ganas de conversación y además él estaba de tan mal genio que era capaz de darme una mala contestación.
    
    Al poco papá ya estaba roncando. Boca arriba, piernas separadas hasta casi sin dejarme sitio, solo con el calzón. Gracias a la luz de la calle que entraba por la ventana podía contemplar con claridad su cuerpo. Aún tenía buena planta pese a estar en la cincuentena, aunque ya empezaba a despuntar una barriguita cervecera. De facciones muy masculinas, moreno de pelo rizado, bien proporcionado, todo el mundo decía que me parecía a él. Reparé en su ...
    ... entrepierna. Asomaba un considerable bulto. Estaba bien parado; no es de extrañar después de una semana supuestamente sin sexo. Instintivamente apreté ligeramente aquel bulto por encima del calzón. Estaba muy duro pero noté que todavía crecía más con la presión de mi mano. No lo pensé dos veces. Con sumo cuidado desabroché el botoncito de la abertura y saqué aquel falo para fuera. Era una buena polla, gorda y rematada en una cabeza reventona. Livianamente para que no despertara también saqué para el exterior los cojones, gordos y peludos. “Este hombre está a punto de explotar, tanta es la leche que acumula”, pensé. Y me dispuse a masturbarlo.
    
    Aquella visión de la intimidad de mi padre me estaba enloqueciendo. Sentía una emoción y excitación como nunca había experimentado. Ya en plenitud, aquella verga clamaba porque alguien la besase y se la engullera. Y fue como después de calerle el capullo percibiendo su peculiar sabor, me la introduje hasta tocarme las amígdalas y comencé a mamársela junto a las pelotas con delectación sin límite. Imprimí ritmo. Aquello crecía por momentos. ¿Papá dormía o fingía? Sus ronquidos se transformaron en tenues gemidos. Arqueaba a veces el cuerpo de manera que la polla me entraba más adentro. Estaba gozando. ¿Sueño o realidad? Pronto salí de dudas: en el momento de correrse me agarró por los cabellos para que no parase de bombear y me hizo beber toda aquella lefada abundante y caliente. Luego dio un profundo suspiro, dejó que me incorporase y se dio ...