-
Seducida por el Verdulero
Fecha: 07/12/2025, Categorías: Dominación / BDSM Infidelidad Autor: Alma Carrizo, Fuente: SexoSinTabues30
... teatralidad. —¡Demasiado tarde! —dijo Sofía—. Después de lo que contó Caro, ya no hay marcha atrás. —¡Bueno! —dije, levantando las manos—. Confieso algo si todas confiesan también. Pero confesión real, no esa pavada del chongo con arito. —¡Eh! ¡Mi chongo tenía sentimientos! —protestó Lili, entre risas. —Dale —dijo Ángela—. Empieza vos. Respiré hondo, jugueteando con mi copa. —Hubo una vez… hace un tiempo. Estaba con mi esposo, y nos invitaron a una boda en un hotel divino. Terminé llevándolo al baño del salón durante el vals y… bueno, casi nos descubren. Fue un escándalo. —¡¿En pleno vals?! —gritó Natalia. —¡Con la novia bailando al fondo y ustedes…! —Caro se tapó la boca de la risa. —Mi vestido tenía la espalda abierta —dije, sonriendo con picardía—. Y él siempre tuvo una debilidad por mi espalda. —No, no. ¡Esto se está poniendo interesante! —dijo Lili, sirviendo más licor. —¿Y ahora? —preguntó Sofía—. ¿Todavía seguís así con tu marido? Me acomodé en el sillón, pensativa. —Digamos que… hay días mejores que otros. Pero sí, todavía hay deseo. A veces se esconde, pero está. —O sea que no está muerto —dijo Caro. —No. Pero a veces está dormido. Muy dormido. Ángela me miró con una sonrisa cómplice, sin decir nada. —¿Y no pensás despertarlo un poquito? —preguntó Natalia. —Con una buena sacudida, tal vez —acotó Lili. Reímos todas. Yo también. Me sentía libre, entre mujeres que no me juzgaban. —Mirá —dije, alzando la ...
... copa—. Mientras no me despierten a mí de golpe, todo está bajo control. —¡Salud por eso! —gritaron todas. Nos quedamos ahí un rato más, hablando de exs, de deseos, de hombres que sabían y no sabían tocar, de lo que se guarda y lo que no. Fue una noche de complicidad absoluta, sin filtros ni tensiones. Yo no conté lo que realmente me hervía por dentro —ni sobre los mensajes, ni sobre José, ni sobre las noches en vela. Pero por primera vez en mucho tiempo, me sentí relajada. Liviana. Y con ganas de más. El domingo amaneció despejado y caluroso. Bajé a desayunar y encontré a Ángela corriendo por toda la casa. —¡Alma! Mil perdones… hoy estoy hasta las manos con los preparativos para la fiesta. Entre el catering, los músicos y los invitados… ¡me quiero matar! —Tranquila. ¿Querés que te ayude? —No, no. ¡Te vas a aburrir! Mejor andá a dar una vuelta… José te puede mostrar el pueblo. —¿José? —pregunté, tratando de sonar indiferente. —¡Sí! Él se ofreció. Es un amor. Además… no seas antipática, se nota que le gustás. —Ángela… ¡no empieces! —¡Dale, Alma! No seas amargada. Total… solo es un paseo. José me pasó a buscar en su camioneta. Venía con una remera limpia, camisa arriba, perfumado. Me costó reconocerlo sin la tierra en las uñas. —Buen día, Alma —dijo él, mirándome de arriba abajo—. Hoy estás preciosa. —Gracias… —dije, incómoda, bajando la mirada. Subí a la camioneta, intentando mantener distancia. Pero apenas arrancó, me miró con media ...