1. Seducida por el Verdulero


    Fecha: 07/12/2025, Categorías: Dominación / BDSM Infidelidad Autor: Alma Carrizo, Fuente: SexoSinTabues30

    ... que en la ciudad me conozcan por mí, no por mi apellido.
    
    —Ah, mirá vos… la señora con apellido ilustre —dije, sonriendo, divertida.
    
    —Bueno, tampoco exageres —dijo Ángela, aunque inflando el pecho de orgullo—. Pasá, dale.
    
    Caminamos por un hall con piso de mármol, cuadros antiguos y techos altísimos. Yo observaba todo con curiosidad, aunque acostumbrada a ambientes elegantes.
    
    —¿Y cómo terminaste de secretaria mía, reina? —le pregunté, mientras subíamos una imponente escalera de madera.
    
    —¡Ay, Alma! —soltó ella, divertida—. Justamente porque quería trabajar y ser independiente. Y además… ¡sos mi mejor amiga! El trabajo en tu estudio me encanta. Me dejás ser yo misma… y me pagás bien, maldita.
    
    —Bueno, eso sí… —dije, sonriendo—. Pero igual, ¡esto es impresionante!
    
    Ángela me abrazó otra vez.
    
    —Tranquila. Acá sos de la familia, ¿sabés? Esta es tu casa estos cuatro días.
    
    Me mostró mi cuarto: enorme, luminoso, con un ventanal que daba a un parque verde. Me senté en la cama, repasando mentalmente lo bien que Ángela había logrado combinar la comodidad de su pueblo con ciertos lujos.
    
    —Bueno, doña heredera… ¿qué me espera hoy?
    
    —¡Día de chicas! —gritó Ángela—. Y nada de maridos. Hoy somos seis: vos, yo, Sofía, Caro, Natalia y Lili. Ninguna se salva de contar algo picante… menos vos.
    
    —¡Ni lo sueñes! —protesté enseguida—. Mis secretos se vienen conmigo a la tumba.
    
    Ángela se cruzó de brazos.
    
    —Ya veremos, Alma… ya veremos…
    
    La noche de chicas ...
    ... arrancó en el quincho con risas, música, luces tenues y vasos que no paraban de llenarse. Había una mesa larga rebalsando de picadas, champagne, vino rosado y un licor de frutas casero que hacía estragos.
    
    Estábamos las seis: Ángela, Sofía, Caro, Natalia, Lili y yo. Yo había arrancado un poco tensa, con ese aire de “yo no vine a esto”, pero entre el alcohol y el cariño de ellas, me fui soltando.
    
    —¿Y vos te acordás del tipo ese con el arito en el ombligo? —decía Lili, muerta de risa—. ¡Se lo sacó en plena previa porque decía que lo distraía! ¿Quién se distrae por su propio ombligo?
    
    —¡A mí me distrajo a mí! —saltó Caro—. ¡Tenía el abdomen marcado como tabla de lavar!
    
    —¡Y otra cosa marcada! —agregó Sofía, con una ceja levantada.
    
    Estallamos todas en carcajadas. Yo agarré la copa y brindé:
    
    —Por los abdominales ajenos… y las malas decisiones.
    
    —¡Eso! —dijeron todas, chocando vasos.
    
    —Che, Alma —dijo Natalia, mirándome de reojo—. ¿Vos nunca hiciste una locura? Digo, así… bien caliente, bien impulsiva.
    
    —Depende qué llames “locura” —respondí, con una sonrisa ladeada.
    
    —Algo tipo… no pensarlo mucho. Dejarte llevar. Un rapidito en un ascensor, una escapada de oficina, algo así.
    
    Ángela me miraba desde su copa, sabiendo demasiado.
    
    —Vamos, Alma —dijo Lili—. Vos tenés pinta de señora elegante, pero estoy segura que por dentro sos una bomba.
    
    —Ay, chicas… no sé si quiero contar nada. No me vayan a perder el respeto —dije, en broma, cruzándome de piernas con ...
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