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Por fin solos (1 de 2)
Fecha: 10/12/2025, Categorías: Incesto Autor: Mdiazfreire, Fuente: CuentoRelatos
Raúl descansaba tumbado en la cama boca arriba, recuperando lentamente el aliento. Había sido uno de los polvos más intensos de su vida, y sin duda el más largo. Estaba agotado, pero no podía quedarse allí a dormir. Haciendo un esfuerzo, se incorporó, y se quedó un momento admirando el cuerpo de su chica. Ya se estaba quedando dormida, y no era para menos. Se inclinó y la besó en los labios dulcemente, y le dio las buenas noches. Entonces cogió su ropa y salió de la habitación sigilosamente. Cruzó el pasillo lo más despacio que pudo, sobre todo al pasar al lado de la puerta de sus padres. Cuando la hubo pasado, respiró aliviado. Le aterrorizaba la idea de que le oyeran y pudieran sospechar algo. Al fin entró a su habitación y se metió a la cama, y esperó a que el sueño se apoderara de él, mientras recordaba el polvo que acababa de echar con su hermana momentos antes. Sara y Raúl eran dos hermanos mellizos, de 19 años, que mantenían una relación en secreto desde hacía algunos meses. Los detalles de cómo empezó todo no vienen a cuento ahora, simplemente, las hormonas y la necesidad de sexo y cariño hacen su efecto, y no entienden de tabúes. El caso es que desde que habían empezado a tener sexo, se veían obligados a hacerlo por la noche, con sus padres durmiendo a escasos metros, debido a que su madre no trabajaba fuera de casa. Eso hacía que casi nunca estuvieran solos en casa, privándoles de esa intimidad tan necesaria. Sin embargo, sabían llevar la situación. ...
... Eran muy cuidadosos: esperaban bastante tiempo para asegurarse de que los padres dormían, y lo hacían casi en completo silencio. Cuando Raúl salía de la habitación, abría un poco la ventana para que saliera el olor a sudor y a sexo. Sin embargo, ocurrió algo que hizo que se torcieran las cosas. No sabían porqué, pero últimamente sus padres dejaban la puerta de su habitación abierta por la noche, y esa habitación estaba en medio de las de ellos dos. Aparte de que podían oír algo, podían verles yendo de una a otra. Al principio Sara y Raúl pensaron que quizá sospechaban… pero descartaron esa opción. Eran demasiado cuidadosos, y además, a ningún padre se le podía pasar por la cabeza que sus hijos mantuvieran relaciones sexuales entre ellos. En ese aspecto estaban tranquilos… pero el caso es que ya no podían verse por las noches. Los primeros días fueron aguantando, pero al cabo de algunas semanas estaban ya bastante nerviosos y necesitados de sexo. Y es que antes de que la situación se torciera, solían follar casi todos los días, o al menos hacerse sexo oral. Cierto día se dio la coincidencia de que su madre salió a hacer unas compras y que ambos estaban en casa. Sara estaba en su habitación, esperando a oír el sonido de la puerta abriéndose y cerrándose. En cuanto se cerró, salió apresuradamente hacia la habitación de su hermano. Al entrar vio que la estaba esperando, de pie. Se abrazaron y se fundieron en un apasionado beso, húmedo, lascivo, muestra de la pasión ...