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Sexo en blanco y negro
Fecha: 12/12/2025, Categorías: Sexo Interracial Autor: Elisa, Fuente: CuentoRelatos
... tomamos una copa y nos marchamos. Me atreví a cogerle de la mano. Caminamos largo rato hasta llegar a la entrada de mi casa. -Aquí vivo -le dije, aún atrapada por su embrujo. -¿Podré verte mañana? -preguntó expectante. -Lo estoy deseando -salió de mis labios sin apenas pensar en lo que decía. -Hasta mañana, muñeca -bajó la cabeza para besar mi mejilla. Un fuego abrasador se alojó en mi interior. Tiré de él hacia el interior y entramos en casa. -No quiero que te marches -le dije con autoridad. -No lo haré, si tú no quieres. Me abracé a él, buscando su boca, acariciando su musculosa espalda. Sorprendido, siguió mi juego. Saboreé sus labios, lamiéndolos, mordiéndolos, loca de deseo. Quise contemplar su cuerpo desnudo, musculoso, hermoso. Un pecho de animal, esculpido en mármol, coronado por dos pezones diminutos. Abdomen como dunas del desierto. Nalgas prietas, dando paso a unos muslos brillantes, formados a golpe de deporte. Un miembro que jamás pensé que hombre alguno podría lucir. Su visión inundó mis entrañas. Pegué su espalda a la pared, como poseída por mil demonios, me arrodillé ante él y comencé a besar su pene que ya andaba a plenitud. Mi lengua, en su recorrido, recogía el latir de sus venas, talladas en su tronco. Me estaba volviendo loca, se me antojaba que la vida se me iba por entre las piernas, en forma de jugos vaginales. Me desnudé, sin dejar de mirarlo, observando cada poro de su erizada piel. Mis muslos comenzaron a brillar, como ...
... el faro de la playa, inundados de líquidos. Mis pechos erguidos, mis pezones salían de la aureola, tensos. Mi sexo parecía cantar por los leves chasquidos que producían sus palpitaciones. Melodía de deseo. Tendido sobre la cama, su erecto pene sobrepasaba ampliamente su ombligo. Inmenso. La comisura de mis labios se tensaba hasta el límite cuando lo introducía en mi boca, que nunca llegó a tenerla en su totalidad. No pude más. Monté sobre él y dirigí su miembro a la entrada de mi vagina, que esperaba ansiosa. Su rojo glande arrancó mis gemidos cuando exploró por primera vez mi sexo. El delirio llegó con un movimiento de su cintura que alojó tan hermoso pene en mi interior. Mis ojos se nublaron, mi voz quedó muda y mi mente desapareció. No existió en el mundo nada más que su placentero pene. El mejor orgasmo que jamás sentí. Recuperé la cordura para invertir mi posición, dejando mi húmeda vagina sobre su boca y posicionando la mía sobre su brillante pene, que no perdía su poderoso vigor. El sabor de sus testículos me hizo desearlo de nuevo. Sorber su pene, impregnado de mis propios líquidos, fue el mejor de los placeres. Cuando su lengua lamió mi abierto y mojado sexo, una fuerte sacudida agitó mi cuerpo. Un largo dedo se introdujo en mi ano, mientras su lengua continuaba con su labor de masturbación deliciosa. Estaba entregada, sumida en el deseo de su potente pene. Salió de entre mis piernas para colocarse tras de mí. Creí que destrozaría mi ano, pero no me importó, ...