El Refugio del Deseo - Relatos Eróticos

El Refugio del Deseo

Carlo y Alex

En la tranquila ciudad de Riverside, donde las calles estaban bordeadas de árboles y las casas tenían un encanto antiguo, vivía un hombre llamado Carlos. Con sus 45 años, Carlos era el epítome de un oso maduro: alto, fornido, con una barba bien cuidada y una presencia imponente que atraía miradas allá donde iba. Su vida era cómoda, pero solitaria, hasta que conoció a María y a su hijo, Alex.

María era una mujer de 38 años, con una sonrisa contagiosa y una energía que iluminaba cualquier habitación. Era viuda desde hacía cinco años, y había criado a su hijo Alex prácticamente sola. Alex, de 22 años, era un joven que desafiaba los estereotipos. Con su piel negra y sus rastas rubias, era una visión inusual en la ciudad. Su cuerpo, fibrado y sin vello, era resultado de años de disciplina y entrenamiento. Aunque se identificaba como heterosexual, su apariencia y su estilo de vida le habían granjeado una reputación de misterio y atractivo.

Carlos y María se conocieron en una feria local, donde ambos estaban vendiendo productos artesanales. La conexión fue instantánea, y pronto se encontraron compartiendo café y risas en el pequeño café de la plaza. Carlos, intrigado por la energía vibrante de María y la curiosidad por el enigmático Alex, pronto fue invitado a cenar a su casa.

La cena fue una mezcla de risas, anécdotas y una inesperada sensación de familiaridad. Alex, aunque al principio reservado, se abrió con Carlos, compartiendo su pasión por el arte y la ...

... música. La conversación fluyó con naturalidad, y Carlos se encontró impresionado por la inteligencia y la sensibilidad de ambos.

Mientras la noche avanzaba, Carlos no podía evitar sentir una mezcla de atracción y protección hacia María y Alex. La posibilidad de formar una nueva familia, de llenar el vacío en su vida, comenzó a tomar forma en su mente. Pero también sabía que, en el corazón de esta nueva relación, había un misterio que Alex guardaba con celo, un secreto que, si se revelaba, podría cambiarlo todo.

Con el tiempo, la relación entre Carlos y María se profundizó, y pronto se dieron cuenta de que estaban enamorados. Decidieron dar el siguiente paso y se casaron en una ceremonia íntima y emotiva, rodeados de amigos y familiares. La boda fue un reflejo de su unión: una mezcla de tradición y modernidad, con risas, lágrimas de alegría y un futuro lleno de promesas.

Después de la luna de miel, Carlos, María y Alex se mudaron a una casa más grande, un lugar donde pudieran empezar de cero y construir una vida juntos. La casa, con su jardín amplio y su ambiente acogedor, se convirtió en el refugio perfecto para los tres. Carlos se encargó de renovar la casa, añadiendo su toque personal a cada rincón, mientras que María y Alex decoraron con arte y recuerdos que reflejaban su nueva vida en común.

La convivencia fue un proceso de adaptación, pero también de crecimiento. Carlos, con su naturaleza protectora, se convirtió en una figura paterna para Alex, ofreciéndole ...