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Reggaeton en la discoteca (Reeditado)
Fecha: 21/12/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Lapica, Fuente: TodoRelatos
NOTA AUTOR: Este es un relato que publiqué hace unos años y, aprovechando las vacaciones veraniegas, lo he revisado dándole un poco más de contenido y corriguiendo varios errores ortográficos y de estilo. Espero que os guste. Podéis encontrar esta y otras novelas mías en Amazon: https://www.amazon.es/dp/B0FLYBFRL4 REGGAETON EN LA DISCOTECA Hola amigos, quiero contaros mi primera y, hasta ahora, única experiencia con las infidelidades. Lo que voy a contarles sucedió hace una semana y aún no lo he digerido del todo; tal vez por esto, lo comparto con todos vosotros. Susana y yo, somos una pareja de Barcelona y nos gusta salir por la noche. Tenemos 35 y 37 años respectivamente, y nuestro hijo de 15, ya es lo suficientemente mayor como para que pueda quedarse a solas en casa durante unas horas. Todo empezó hace tres meses cuando en una sala de baile, mi mujer se quedó bailando sola, y un chico intentó acercarse para bailar con ella. Al verlo, me acerqué apresuradamente para interrumpir aquel acercamiento pero no pude evitar sentir un flash de excitación. Así que las siguientes salidas tendí a alejarme un poco de Susana esperando a que volviera a repetirse la situación. Y así sucedió, ya que a los pocos minutos un chico se acercó a ella y empezaron a bailar juntos. Inicialmente, Susana, aceptó al chico como pareja de baile pero cuando este empezó a alargar la mano más de lo debido Susana, disimuladamente, se separó del chico para continuar su baile en ...
... solitario. Y al igual que la primera vez, ver como intentaban seducir a mi mujer me excitó tanto que la polla se me endureció como cuando era un adolescente. Y aquella sensación me gustó. Al regresar a casa le comenté a Susana que había visto la escena y ella, quitándole importancia, argumentó que en las discotecas siempre hay lapas. - ¿Pero te gustó cuando te puso la mano en el culo? – insistí. - Que va… era un bollicao… ¡ni que fuera una asaltacunas! – respondió riéndose. Naturalmente, todos los viernes, aprovechábamos para salir y, yo, repetía mi estrategia manteniéndome a una distancia prudencial para poder seguir sus evoluciones sin ser visto. Y cada noche, algún chico intentaba entablar conversación con ella pero Susana, con más o menos sutileza, se apartaba sin darles opción a más. - Ostras Susana, - exclamé al salir de la discoteca, - hoy como mínimo se te han acercado cuatro. - ¿Cuatro? Como mínimo fueron cinco o seis. Son muy pesados. - Ostras pues me lo perdí, ¿sucedió algo interesante? - Pues no, como todos los demás, intentar tocar cacho. Este ambiente de Regaetton es muy machista. Están todos muy salidos; creo que tendremos que cambiar de estilo. ¿Vamos a un local de Country? - ¡Ni hablar! – exclamé, - me gusta ver cómo te entran… y me gustaría… que les siguieras un poco más el juego. - ¿Cómo? ¿Quieres que perreé con ellos? - ¿Por qué no? – contesté dubitativo. - ¡Venga ya!… tú también eres un salido… y como continúes insistiendo ...