Insaciable - Relatos Eróticos

Insaciable

... palabra.

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Ella se fue a su dormitorio, se encerró y me mando a mi un correo diciendome que su padre la había tocado, cuando ella se había hecho la dormida, pero que de pronto la habían entrado dudas y se había encerrado en su cuarto.

Yo la dije que su padre había hecho lo que ella me había dicho que hiciera, tomar la iniciativa.

También la dije que su padre me había dicho que iría a su cuarto para ver si lo dejaba entrar.

Y esto es lo que me contó luego su padre que había pasado.

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Muchas gracias Tomas, en efecto lo logramos.

Tardó en abrirme el cuarto casi una hora, pero cuando por fin me abrió, le pedí perdón por haberla tocado, pero le dije que ya no aguantaba más, que llevaba tiempo deseandola, que la amaba y me parecía la mujer más guapa de este mundo y que no podía dejar de pensar en ella, que tenía por lo menos un año de sufrir en silencio por mi deseo por ella.

Me dijo que nunca se lo imaginó y que nunca se dio cuenta de nada.

Le dije que era lo que más amaba en este mundo y que no quería separarme nunca de ella, que desde el divorcio con su madre nunca me fije en ninguna mujer, porque mi prioridad siempre fue ella.

En ese momento me acerqué y la abracé.

Ella estaba temblando, así que la apreté fuertemente hasta que paro de temblar.

Cuando la sentí más relajada le dije que si ella no sentía lo mismo que la entendía, pero que yo nunca iba a dejar de amarla y nunca ...

... buscaría a nadie, por que solo tenia ojos para ella.

La tome por la barbilla y la besé tiernamente en los labios.

Noté como se asustó pero no se retiro y después de unos segundos respondió el beso.

En ese momento mi cabeza estalló, sabía que era todo o nada, así que la tomé por el culo y la cargué sujetando directamente esas nalguitas cubiertas solo por el cachetes de encaje y la faldita.

La llevé contra la pared recargando todo mi cuerpo contra ella y comencé a besar su cuello.

Ella no dijo nada durante un largo minuto hasta que soltó un par de gemidos.

Le susurré al oído que deseaba hacerla mi mujer y ella solo pudo decir con voz entrecortada:

– ¿Eso es lo que deseas papi?

Escuchar es vocecita diciéndome papi, mientras le devoraba el cuello y sujetaba sus firmes nalgas, ya me tenia con la verga durisima.

Le dije que sí, que es lo que mas deseaba, que quería demostrarle cuanto la amaba.

Ella solo asintió con la cabeza y entonces la puse sobre su cama y me quite la ropa.

Ella no se movía, me puse entre sus piernas y comencé a frotar su coñito sobre su ropa interior.

Cuando noté que se mojaba hice a un lado su cachetero y comencé a lamer su coñito y a jugar con sus te titas.

Frotaba sus pezones por encima de su blusita de tirante y notaba como los tenía duros, no tardé en bajarle totalmente la blusa y comencé a lamer sus ricos pezones rosados y apretar sus tetas.

Mi hija ya estaba entregada Tomas, no oponía resistencia y dejaba que la ...