Noches que no se olvidan - Relatos Eróticos

Noches que no se olvidan

... tiempo. Sofía gemía con cada embestida, con cada roce de nuestros cuerpos, y me repetía entre jadeos:

Te amo… te amo… te amo…

Y yo entendí que esa confesión era el verdadero orgasmo. Que Sofía, con todo su orgullo, había roto sus barreras para entregarse por completo.

Al final, exhaustas, nos dejamos caer una sobre la otra, con el pecho agitado y la piel ardiendo. Ella me abrazó fuerte, escondió su rostro en mi cuello y susurró:

Nunca más quiero alejarme de ti.

Y en ese momento supe que la había recuperado, no solo en mi cama, sino en mi vida.