Mi primera vez como chica.
Fecha: 13/02/2019,
Categorías:
Transexuales
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
Mi nombre es Lana Mora, -al menos es el nombre que elegí para mí- y tengo una historia que contar sobre hace algunos días. Desde mi infancia noté que me llamaba la atención la ropa femenina, los vestidos cortos son mi fantasía; el infranqueable límite entre las piernas y lo que la falda cubre es mi mayor deseo, pero no un deseo de poseerlo ni de que me pertenezca; quiero decir que no es que yo quisiera ser mujer o que solo pienso en lo que oculta una pelvis femenina, más bien encuentro la figura de una mujer y su vestimenta como algo que roza lo artístico, la frágil belleza fusionándose con el morbo y los colores de cada una de las prendas que ellas gozan usar. Yo empecé a vestirme de chica alrededor de los doce años, me atraían los tacones altos y finos, abiertos que muestran los dedos y la pierna como un pilar de vicios cargados en un fino punto y una plataforma corta. Poco a poco fui aceptando que lo que sentía, si bien no era lo normalmente aceptado, no era algo malo y como no era malo no había necesidad de sentirme culpable por usar dicha ropa. Ésta se apodera de mí cuando visto de chica, el depilarme, maquillarme y buscar qué es lo que se ve mejor con mi cabello o mis ojos es para mí una experiencia más que exótica, es magnífica. Lástima que las mujeres han tomado esto como lo más normal que les sucede, es algo realmente bonito. He aprendido a vivir sin tapujos, sin complejos y sin una ética que me sobreponga, sin un “deberías ser chico y usar solo pantalones” o “los ...
... hombres no usan falda”. Afortunadamente vivo en una ciudad donde hay gran diversidad de gustos, personas, conductas y criterios, por lo que puedo salir vestido de mujer y mejor aún, Dios –si es que existe- me bendijo con un cuerpo hermosamente torneado haciendo que me vea bien como chico delgado y como chica delgada sin mucho esfuerzo. En mi ciudad he podido conocer chicas que se sienten atraídas por mi pseudohermafroditismo, para una lesbiana –supongo- no puede haber algo mejor que un chico con apariencia de chica pero con pene de…, pues chico. Experiencias así me han ayudado a sentirme mejor conmigo mismo y conmigo misma, a tal grado de meterme también con hombres. Pero esta historia que están por leer es la primera vez que me enredé en los brazos de un hombre, catalogado por él mismo como heterosexual y creo, podría seguir considerado así debido a que en mi primera vez me entregué por completo en el papel más pasivo que se podía, en el de una chica pura y santa, fue realmente mi primera vez y no una más pero con otro cuerpo. A partir de aquí bien puedo referirme con el femenino gramatical para mayor placer de quien me lee. Estaba yo en la placita de mi pueblo en una tarde de domingo, como siempre, cabello negro y quebrado, muy largo por mi gran ímpetu metalera pero bien cuidado y limpio gracias a mi actitud femenina y fina, presumiendo piernas largas y claras con una falda monocromática de color negro a cinco dedos de la rodilla y claro, un pene bien escondido en las bragas ...