1. Fernanda y el Profe


    Fecha: 18/02/2019, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... sentirme abrazada para que aflorara la mujer que vive en mí. Ya no se resistió y me dejó acariciarlo. Sería por compasión que me dio libertad de explorarlo desde los pectorales hasta los pies. Afiebrado, frote sobre su pantaloncillo adivinando la fruta que buscaba, y la encontré madura y plena. “Ya niño. Ya vete”. - Dijo cada vez con menos firmeza al sentir mi mano atrapar su virilidad y frotarla mientras lo miraba a los ojos. Ya no se resistió y liberé mis ansias. Bajé su short y salió orgullosa su verga con una vena seminal hinchada de leche y un glande brillante. Sin contenerme lo besé con ternura. Lo tomé entre mis manos y luego entre mis labios y lo chupé golosa. Luego busqué su mirada, pero tenía sus ojos cerrados y jadeaba, parecía una estatua de un guerrero griego por la tensión de sus músculos Siempre recordaré su espasmo de placer al disparar su semen en mi garganta. Nunca bebí tanta leche de un hombre al que primero odié y luego amé. “Esto no está bien niño”, dijo luego de ver como limpié su carne palpitante con mi lengua -. “Deja la escuela, porque vamos a tener problemas. ” Por respuesta besé su pene, sus testículos y sus muslos. Me paré y me desnudé totalmente. Vi su admiración y musitó: “De veras pareces niña. Vete, vete, por favor. ” Pero en respuesta caminé sensual al sofá, me recosté boca abajo y elevé mi trasero. Cerré los ojos y ...
    ... un momento después sentí abrirse mis nalgas y un cartílago húmedo y firme anidarse entre ellas. Me sentí como una hembra que decide entregarse sin condiciones a su macho. Sus manos sujetaron mis caderas y empezó el ritual de dominio. Mi emoción mitigó el dolor de sentir abrirse mi cavidad anal con el pene de ese hombre que ahora me pertenecía. Después de meter completo su tronco de bambú, y hacerme gemir, se balanceó por largo tiempo sobre mis nalgas adolescentes y derramó sus cántaros de leche tres veces en mi vientre. Cansado se recostó atrás mío como una cuchara sobre otra y besó mi cabello. Yo también lo acaricié y le confesé todo lo que sentía por él. Ya había oscurecido cuando me incorporé. Él me ayudo a vestirme y me abrazó. Me dio mi bolsa de ropa y se encaminó a la puerta. Seamos discretos -dijo-. Y yo asentí besándolo en los labios. Así fue como empezó mi romance con mi profesor quien, dos veces por semana me recibía en su casa para enseñarme defensa personal y luego hacerme el amor para premiar mis avances. Me enamoré tanto que me invadió una gran seguridad, y hasta reté a los que antes me torturaban con sus burlas. Y les di una buena lección. Pero vino el desastre: se corrieron tantos rumores que él se vio obligado a “renunciar” y desaparecer. Fue un año desolador que me hundió en una gran depresión. Hasta que llegó otro hombre a mi vida. 
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