1. Compasiva


    Fecha: 20/02/2019, Categorías: Zoofilia Autor: Key-Q, Fuente: SexoSinTabues

    ... evitar excitarme y la humedad de mi vagina me llamó a masturbarme. No experimente sensaciones de tipo sexual al momento que trataba de ajusticiar a mi corcel, creo que porque mi intención era únicamente satisfacerlo a él, pero en la soledad de mi cama mi percepción fue otra y no me di ni cuenta cuando con una mano trataba de meter la mayor cantidad de dedos en mi ansiosa vagina mientras la otra la mantenía pegada a mi nariz respirando profundo el aroma que no se borraba de mis uñas. Estaba tan excitada y lubricada que me entró hasta media palma de mi mano ahí, quedándome solo el pulgar afuera y mis intensas ganas me pedían aún más. Por lo que en un nuevo intento junté mi dedo gordo con los otros cuatro, comenzando a empujar de a poquito y jugando al mete y saca iba profundizando cada vez más, y más, moviendo mi pelvis al mismo ritmo que me penetraba, hasta que de repente mi mano entró por completo y una profunda emoción me embargó. Creo que inconscientemente estaba probando si me cupiera el pene de mi corcel, pues vi que su grosor era similar al tramo medio de mi antebrazo, lo que más menos coincidía con el ancho de mi mano como me había entrado. En realidad estaba confundida y muy desconcertada, mi mente estaba nublada, entendía que la masturbación que le había hecho no fue suficiente y me sentía preparada o dispuesta a prestarle o utilizar mi vagina para satisfacerlo. Mi sentido común me decía que era algo muy estúpido casi una aberración, pero mi conciencia y cariño por ...
    ... aquel animal me obligaban a compadecerme de él. No sabía que hacer. Tenía casi la certeza de que el calor interno de mi vulva lo ayudaría a acabar y no debo negar que en beneficio propio también me atraía la idea, aunque fuese algo tan descabellado y turbio, la idea de albergar ese gran pene en mi vagina pese al temor del daño que me pudiese provocar me parecía más que tentadora. Eran cerca de las tres de la madrugada y salí a verificar que todos dormían, en la mayoría de los dormitorios se sentían ronquidos y en los que no abrí la puerta para cerciorarme. Para luego con cierta seguridad salir y dirigirme al establo a ver a mi corcel. Entré y ahí estaba, medio dormido pero con su pene aún medio colgando. Como ya andaba sin calzones solo me saqué mi camisa de dormir y me puse la camiseta que uso para cepillarlo, comencé a acariciar su aparato que luego llegó a los más de cincuenta centímetros empalándose a instantes levemente en diagonal bajo su vientre, así que cuando estaba algo flácido lo desviaba a mi entrepierna y lo restregaba contra mi vagina tratando de meterme algo de su punta, pero cuando volvía a empalar tomaba su posición normal y se me arrancaba. Traté de meterme agachada debajo de él, pero me era muy incómodo y no quedaba en el ángulo correcto. No sabía como hacerlo, pero sabía que le estaba gustando pues en esta ocasión movía a ratos su cola que daba una especie de tiritones. Miré a mi alrededor y no había ninguna silla o banquillo para ganarme por debajo de él, ...