1. Un hombre encandilado por la belleza de una joven


    Fecha: 20/02/2019, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Manteufel, Fuente: CuentoRelatos

    ... clase, que caminaba con uno pegado a la oreja, para ser vista y envidiada. Las rivalidades entre "amigas" hacen que los duelos a espada entre Samuráis parezcan jueguecitos inocentes. Mónica hizo como que no la veía, pero su compañera la saludó alegremente, antes de continuar su camino. Codicia. Envidia. El demonio debió grabarlas en nuestra alma. Mónica se detuvo. Y se acercó despacio a mí. Se sentó lo más lejos posible de mí en el banco, y tomando unos granos de arroz de la bolsa que tenía junto a mí espero a que le dirigiese la palabra. Tensa. Deliciosamente bella. Yo hablé, y fui sincero por completo. Creo que si hubiese hablado falsamente, se habría marchado.
    
    "No pienses demasiado mal de mí, Mónica. Ya sabes que te conozco de toda la vida. Que no soy una mala persona, y no he hecho mal a nadie voluntariamente. Pero me siento solo, y el vigor se me escapa. Tengo deseos... que no puedo negar, ni lo deseo. Tú eres una perla de luz en mi vida. Despides vida. Quiero verte, palparte si es posible. Solo eso. Nada más que eso. Ansío ver cómo te desnudas para mí, ver como rozas con la yema de tus dedos tus zonas íntimas. Si me lo permites, me gustaría acariciarte con el mayor respeto. Solo con mis manos, ninguna otra parte de mi te tocaría. Y no lo haría donde no me lo permitieses. “Esperé a que asimilase lo que le decía, nada de sexo como tal... solo mirar, tocarse y ser acariciada. Le hablaba con respeto, casi con veneración. "En la bolsa hay 200 euros. Tómalos solo por ...
    ... haberme escuchado. Si quieres aceptar mi propuesta, por una hora, en mi casa, cada martes, en los términos que he mencionado, recibirás 200 más. De interesarte, ven a casa dentro de 5 minutos. Si no, nunca digas una palabra de esto, te lo ruego, como si no hubiese ocurrido".
    
    Me levanté y me fui sin mirar atrás. Entre en casa temblando. 3 minutos más tarde ella llamó empujó la puerta que había dejado entornada, y la cerró tras de sí.
    
    Parecía tranquila y decidida. Solo dijo una cosa; "Dime cómo quieres que lo haga". Yo me senté en un sillón, en la sala de estar, le indiqué con un ademán que se situase ante mí, a unos dos metros. "Desnúdate lentamente, te lo ruego. Deja que las prendas resbalen de tu cuerpo, solo eso.". No diré que estaba tranquila, pero me sorprendió el autocontrol que demostraba. Yo había dejado de ser como alguien de su familia, notaba desprecio bajo su piel, como el que cualquier puta siente por quien la alquila. Pero no odio. Hizo lo que le mandaba. El cierre del sujetador se le resistió. Yo esperé, notando como mi pene se hinchaba hasta reventar. Pero no hice nada, no me lo toqué. Pronto la última prenda se deslizó hasta el suelo. Llevaba ropa interior negra, sencilla pero para mí la más incitante del mundo. Sus pechos eran como los había imaginado, hermosos y notables para su edad, plenamente desarrollados. Morenos, con la marca de un bikini pequeño. Las aureolas algo más grandes de lo que esperaba, pero del mismo color tostado. Me sorprendió como ...
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