-
Quiero hacer un gato (Parte 1)
Fecha: 25/02/2019, Categorías: Microrelatos, Autor: Tita, Fuente: CuentoRelatos
—¡Ah, Tita, te envidio por el esposo y los amantes que tienes! Entre ellos, mi esposo, no creas que estoy ciega. Se nota una gran cordialidad entre todos ustedes. —me confesó Adriana intempestivamente. —Pues sí, es de envidiar mi situación actual, pero seguramente no sabes todo lo que sufrí durante varios años: las depresiones constantes; mis relaciones esporádicas y subrepticias; los enojos de Saúl, quien deseaba una esposa fiel y yo lo orillé a que buscara compañía en otras mujeres, de quienes, por cierto, siento unos celos terribles sólo de acordarme. —Hace una semana que vino Eduardo, a… verte, me la pasé pensando qué tal sería un trío MHM, ¿me aceptarían? —¿Se lo planteaste ya a Eduardo? –Pregunté automáticamente, pero inmediatamente me arrepentí. —Sí. —Me contestó bajando la cabeza para que no la viera avergonzarse. —¿…? —Quedé en espera de que completara la respuesta. —Él se quedó callado, me abrazó y me llenó de besos, y creí que eso era una aceptación. Pero después me dijo, simplemente “No sé si sería cómodo para ti, para mí y para Tita.” —Continuó al verme expectante con mi silencio—“Pregúntale”, le pedí. “Hazlo tú, será lo mejor”, me contestó. Y aquí estoy, por eso te pedí que nos viéramos. —Concluyó y me quedé pensativa… —¿Qué piensas? ¿Aceptarás que estemos los tres haciendo el amor? —Me insistió. —No sé, pues tal vez sí sería incómodo y podría traer consecuencias más allá de nosotros tres… —Pensé en voz alta. —¿Te refieres a tu ...
... relación con Saúl? ¿Crees que él se molestaría, a pesar de la libertad que te da al tener amantes, entre ellos a mi esposo? —Dijo con tono de azoro—. ¡Entonces, invitémoslo! —Propuso sin más argumentos, en tanto que mis certezas empezaron a flaquear pues recordé una experiencia de celos mutuos, míos y de mi amante Eduardo, cuando fuimos a un club swinger. —¿Tú cómo has vivido la relación con Eduardo, sabiendo que somos amantes? ¿Tienes celos? ¿Cómo lo asumes? —pregunté, más por darme tiempo a que la vorágine de ideas, dudas y preguntas que rondaban en mi cabeza, que por saber su situación. —Yo me fui metiendo como cuña en la vida de Eduardo, él siempre tan libre, sin buscar ni aceptar una relación estable, hasta que un día me confesó que ya tenía a alguien que lo hacía vibrar y que por ello no aceptaba consolidarse con otra pareja. Me quedé asombrada porque nunca supe de ello. Incluso yo pensé que sólo hacía el amor de vez en cuando sólo por necesidad fisiológica ya que esporádicamente eso ocurría con alguna amiga, incluso yo, y después ¡nada!, como si no hubiese ocurrido algo más que un encuentro casual. Poco apoco supe de ti y del amor que tenía Saúl por ti y de las razones por las que tu esposo aceptaba que hubiese otros en tu vida. El asunto es que insistí e insistí en estar con él que me fue aceptando poco a poco, incluso a vivir juntos como pareja. Cuando los conocí a ustedes, sentí simpatía por el matrimonio tan abierto y tan fuerte que tienen y acepté plenamente que ...