1. EL BUEN HERMANO PARTE 2


    Fecha: 07/03/2019, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... paraíso, mis pies se retorcían y mis piernas temblaban, me corría como un volcán, por los conductos de la verga era expulsado el más caliente líquido de los hombres. Luego Sebastián me giraba y lamía mi ano, enterrando su lengua inquieta hasta donde llegara. Segundos después preparaba su verga, escupiendo saliva en la cabeza para metérmela lentamente dentro. Y yo mordía la almohada, porque era cabezona, ancha y larga, más grande que la mía, su verga me sobrepasaba a sus 17. Era mío para toda la vida. Rápidamente me clavaba hasta el fondo y arrancaba con la sacudida, sin preocuparse por Bruno. Su velludo pecho sobre mí espalda me erizaba cada pelo del cuerpo y me mordía la oreja metiendo su lengua serpenteante. —¿Te gusta no? —Me encanta mi amor, no te de detengas. La cama chocaba contra la pared y Bruno apenas respiraba. Sacaba esa verga unos momentos y sobaba el glande contra mis nalgas, dándole unos golpecitos hasta que la volvía a meter y nuevamente embestía mi culo con más fuerza y rudeza. Su leche reventaba mi culo y se dejaba correr por mis piernas. ¡Qué delicia y dicha sentía en esos momentos! Entregué mi cola para Sebastián como él la entregaría en un futuro no muy lejano para su hermano Bruno. Luego yo disfrutaría de ambos. Tras haberme poseído como de costumbre, nos íbamos a darnos la ducha matutina, antes que Bruno abriera los ojos. A veces me sentía tentado por mamársela a mi hermano Sebastián, pero quedamos en que sería Bruno quien se la mamaría por primera vez ...
    ... además de desvirgarlo completamente. Ese era el pacto, era lo justo, cada uno recibiría su parte jugosa en todo esto. Después de todo el amor todo lo puede. Nos encantaba a los dos despertar a Bruno con muchos besos y robarle millones de sonrisas, nuestro hermanito era una luz brillante, alegre y espectacular. Sus ojos verdes bajo unas cejas perfectamente dibujadas y una sonrisa resplandeciente que nos devolvía a la vida, lo eran todo para ambos. Un pequeño gigante de cabellos revueltos y la simpatía de todo infante. Ellos se vestían para ir al colegio y yo para el trabajo. Cuando regresaba por la tarde, me esperaban ansiosos en el sillón de la sala, entonces me sentaba mientras Sebastián me quitaba los zapatos, los calcetines y me daba unos masajes y si la cosa se encendía me lamía los dedos, principalmente el dedo gordo, como un caramelo, hasta que no daba más y la verga se me ponía durísima. Bruno corría a mis brazos sentándose en el regazo, brincando con ensañamiento, aplastándome los testículos y frotándose encima del pene de papá. Papá, como ahora me decía. Empezaba a tomar conciencia de nuestros juegos y quería participar, nos provoca, se insinuaba, lo exigía a su manera. No me tironeaba los vellos del pecho por nada, estaba dando el mensaje, y la noche era propicia. Le dije a Bruno que esta noche yo dormiría en el antiguo cuarto, y que él tenía que dormir en la cama grande con su hermano Sebastián. Y él lo entendió y acepto con un brillo en los ojos como de quien lo ...