Amalia y un camionero
Fecha: 09/03/2019,
Categorías:
Intercambios
Autor: murgis, Fuente: CuentoRelatos
Todos los fines de semana ella cogía su bicicleta y se iba a dar un paseo hasta el parque que unía los cuatro pueblos, eran unos diez kilómetros que le servían para quemar esas calorías no consumidas durante la semana y para calmar esa con algo de deporte sus calentura uterinas que se incrementaba día a día, aunque yo, Pablo o cualquier otro la follara en cualquier momento últimamente ni con eso se conformaba, era siempre vivir una experiencia nueva.
Para ir al parque debía atravesar un pequeño polígono industrial construido prácticamente para los almacenes centrales de una multinacional, los fines de semana no había actividad pero estaba repleto de camioneros de todas las nacionalidades que esperaban a que fuera lunes para realizar la carga o descarga de sus camiones. Cada vez que pasaba por la zona veía a los camioneros reunidos en las aceras charlando, jugando a las cartas, o comiendo todos juntos como si fuera un pequeño camping, ella cuando pasaba por al lado de los camioneros la saludaban y ella inclinaba la cabeza devolviendo el saludo y aceleraba el ritmo de su bicicleta, ya que se sentía tan acalorada con sus bragas húmedas, sus pezones duros, que se marcaban en el maillot ajustado que solía usar y que no quería que ellos notasen, porque una cosa era su imaginación calenturienta y otra que se hiciese realidad, sus deseos porque también le daba un poco de asco a no estar muy aseados.
Ese día estaba muy cabreada porque ninguno de sus amantes estaba para ...
... que la follaran como a ella le gusta porque lo mío le servía ya de aperitivo porque nos queremos mucho pero en cuestión de sexo cada uno por su lado. Cuando pasó por el polígono, los camioneros la saludaron, pero ella solo pedaleaba con fuerza para quemar toda esa energía no consumida, solo pensaba en lo caliente que estaba y además dándole el asiento de la bici en el clítoris, ya estaba que no podía aguantar más la muy cachonda, iba tan abstraída en sus pensamientos que no se dio cuenta y se salió de los caminos del parque, cruzó campo a través con tan mala suerte que se resbaló y cayó de la bicicleta. Se incorporó con unos cuantos rasguños y dolida en su orgullo, levanto la bicicleta y se dio cuenta que la rueda trasera se había pinchado, de ahí la caída; no le quedaba otra alternativa que volver andando y llevando la bici.
Se le estaba haciendo bastante tarde, pero con las prisas que había salido olvidó coger su pequeña mochila en la que estaba el móvil y algo de dinero por si tenía una emergencia. Cuando llego al polígono ya era prácticamente de noche, las farolas iluminaban las calles desiertas, ni siquiera estaban los camioneros que seguramente habrían acudido a entretenerse un rato en la ciudad; caminaba despacio, cojeando un poco, aún le quedaba por lo menos una hora hasta llegar a casa, entonces escucho una voz que le decía:
Hola, ¿qué te ha pasado?, ¿necesitas ayuda?
Escuchó una voz masculina con un pequeño acento extranjero, se volvió, era uno de los ...