1. La señora Ysabela y yo (8)


    Fecha: 11/03/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... veremos, entonces.- dijo abriendo el grifo de la ducha.
    
    El agua cayó fría para poder beberla, los dos metimos nuestras caras debajo de ese chorro bebiendo lo más que podíamos. Una vez que nos saciamos de líquido cerré el grifo. Nuestras caricias se concentraron en los puntos más sensibles que ya eran de nuestro conocimiento absoluto. Mis dedos se deslizaban traviesos por su agujerito jugando con su mata de vellos, ella me masturbaba lento pero seguro logrando que mi verga alcanzara su tamaño descomunal. Después de un rato nuestros ojos se encontraron, su vientre plano se veía golpeado por mi pene que buscaba con ansias la vagina de mi vecina.
    
    Su cabeza se fue perdiendo entre mis piernas y de rodillas Ysabela me daba una de esas mamadas que sólo ella sabía hacerlas. ¡Qué suerte la de su esposo! Y muchas gracias por compartirla conmigo señor vecino.
    
    Con una mano sostenía sus cabellos húmedos mientras la señora se atragantaba de su pedazo de verga favorito, que aunque no pudiera caberle entero en la boca eso no la desanimaba en sus intentos, y yo no me quejaba en lo absoluto. Tanto mi tronco como mis huevos eran degustados por los labios y la lengua experta de mi maestra, que a ratos me lanzaba miradas lujuriosas y contemplativas ante mis reacciones de satisfacción.
    
    Ella se levantó y nuestras lenguas se encontraron, jugando golozamente en un intercambio de salivas memorable. Mi pene se encontraba metido entre las piernas de Ysabela y frotándose contra sus labios ...
    ... vaginales, húmedos y deseosos. Uno de mis brazos agarró su pierna levantándola y sosteniéndola por debajo de la rodilla, mientras ella dirigía mi verga hacia su entrada de gloria. Así, de costado y parados, fui dejando que mi pene invadiera su caliente interior, ella sonreía al sentirme completamente en sus entrañas, con un beso iniciamos la copulación.
    
    - Así, mi niño, ¡qué fuerza tienes!- gimió cerrando los ojos y disfrutando desbocada del placer.
    
    Yo no dejaba de cogerla mientras nos besábamos, y sus fluidos iban forrando mi verga dejándola propicia para arremeter con furia. Nuestros ojos se buscaban desesperados, y mutuamente saber que yo la deseaba tanto como ella a mí. Nuestros pensamientos sólo estaban enfocados en el momento, en la señora Ysabela y yo.
    
    No puedo negar que mi resistencia era del sumo agrado de mi vecina y que yo daba todo de mí para satisfacerla al máximo. Los minutos corrían indiferentes para nosotros o para nuestra lujuria desbocada, mis caderas marcaban un rítmico entrar y salir de su deliciosa vagina. A esa hora en la que muchos de mis amigos estaban estudiando o en quien sabe donde, yo seguía infatigable en mis clases particulares de sexo con mi vecina.
    
    Sus gemidos se escuchaban mucho más violentos y todo por la lógica acústica que tienen los baños. Mis bufidos se hicieron más roncos en clara señal de mi inevitable corrida. Al borde del espasmo, le retiré mi verga a Ysabela y ella como maestra absoluta se arrodilló ante mí. Al mismo tiempo ...