La pediatra, mi hermana y yo.
Fecha: 12/03/2019,
Categorías:
Masturbación
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... paños menores. Así que le contesté a la doctora: - Si, supongo que lo mejor es pasar la revisión por separado. - ¿Pero no habíamos ido siempre a la vez? - Contestó mi hermana casi de inmediato. - Ya, es verdad, pero claro, no sé. - Dije yo con dudas. La doctora vio que no nos decidíamos y dijo: - Bueno, lo que vosotros decidáis, pero decidios ya que tengo mas gente esperando para consulta. - Venga si, pasemos revisión a la vez. - Decidí finalmente tras haberme venido arriba de ánimos. - Pues venga, pasad a la sala de al lado y quedaos en ropa interior. - Nos dijo la doctora con algo de prisa. Como siempre, pasamos a la sala de al lado, donde estaba la camilla, la báscula y todo lo necesario para pasar la revisión. Mi hermana comenzó a desvestirse, y ahí comencé a admirar de cerca toda la belleza de su cuerpo, una nenita con un precioso cuerpecito de mujer, estaba preciosa en ropa interior, y muy sexy. En esas que entra la doctora y tras mirarnos le dice a mi hermana: - Sara, cariño, el sujetador tambien te lo tienes que quitar para la revisión. Aquella frase me heló la sangre, noté como si el tiempo se detuviese, mi hermana tenía que quedarse en topless al lado mío, aunque pensé que pondría pegas a lo indicado por la doctora, lo cierto es que accedió sin queja a desabrocharse el sostén. Llevó sus manos hacia delante, ya que su sostén era de cierre delantero, hizo clic, y ante mis ojos se descubrieron las tetas mas bonitas que había visto nunca, unos crecientes pechitos ...
... blancos y preciosos con unos deliciosos pezoncitos rosados e hinchaditos debido a su pubertad. En apenas un segundo, mi hermana había pasado de parecerme una chica atractiva, a una auténtica diosa. Aquella excitación que sentía por verla en bragas y topless tenía que manifestarse de alguna manera, y no pudo ser otra que con una incontrolable e inoportuna erección de mi pene, la cual era imposible de ocultar ya que mi calzonzillo parecía en aquel momento una tienda de campaña. Con una mezcla de vergüenza y morbo fuimos pasando los distintos chequeos de la doctora, mi erección no había bajado en absoluto, ya que aprovechaba cada instante de descuido para observar esa delicia de pechos que tenía mi nueva diosa. Noté alguna mirada entre mi hermana y la doctora, con una leve risa de ambas por la situación de tenerme ahí totalmente empalmado, una vez más, una inquietante mezcla de vergüenza y morbo me invadía. Finalmente llegó el plato fuerte, la revisión de mis genitales, en los cuales tendría que bajarme los calzoncillos, y la doctora Esther me exploraría los testículos y el pene para ver si su desarrollo era el correcto. En esta revisión, la doctora siempre agarra el pene y baja la piel para ver si hay algún problema de fimosis. Y el problema venía en este momento, la piel de mi pene bajaba muy fácil con el pene flácido, pero en erección ya costaba bastante más, con lo cual la doctora iba a tener que, o bien esperar a que me bajase la erección, o armarse de paciencia y bajarme la piel ...