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Con ciento cuarenta caracteres me basta
Fecha: 17/08/2017, Categorías: Sexo en Grupo Autor: a_relatos, Fuente: CuentoRelatos
Acababa de cobrar al último cliente cuando Mario oyó el aviso en su teléfono móvil de la llegada de nuevo mensaje de texto. Por el tono personalizado sabía que se trataba de Alejandra. De un sólo golpe de vista se dio cuenta que era uno de sus típicos mensajes ardientes que le enviaba sin previo aviso. Aun me huelen las manos a tu semen. En ese mismo momento la respiración se le volvió pesada y densa, notaba cómo se comenzaba a excitar rápidamente. Solo ella sabía cómo conseguir que su hombre perdiera el control con aquella velocidad. Se acercó apresuradamente a la caja registradora para disimular su erección, observando con inquietud cómo un grupo de clientes entraba en la tienda ajenos a su repentino sofoco. Sobre el escritorio el móvil vibró con violencia, quejándose de la travesura que acababa de cometer y por la que aun sonreía mientras continuaba trabajando en su despacho de arquitectos como si nada hubiese ocurrido. Le encantaba la idea de poder excitarlo a su antojo, en cualquier momento e incluso en la distancia. Ciento cuarenta caracteres en un sólo mensaje le bastaban. Sus compañeras de mesa se miraron cuando lanzó un repentino suspiro al leer la respuesta. Y a mí me sabe aún la boca a tu vagina. Me paso constantemente la lengua por mis labios para saborearlo. Cruzó las piernas para contener la vibración que le suscitaba bajo su ropa interior el recuerdo de aquella mañana cuando le lamia su clítoris durante una cadena interminable de orgasmos. Se ...
... sonrojó visiblemente y las pupilas se dilataron ardiendo de deseo. Tomó de nuevo su teléfono y con las manos temblorosas de ansiedad contestó de la forma que sabía que lo iría a excitar aún más en ese momento. Incorporándose a su silla pulsó la tecla de enviar y seguidamente se colocó las gafas intentando recomponerse para que nadie notase sus pezones erizados. Aún noto el calor de tu semen bajando por mi pecho. Con una sonrisa más que pícara se imaginaba la reacción de él al encontrarse con la respuesta. Su travesura se había convertido en una batalla de mensajes entre los dos a ver quién podía resultar vencedor. A Mario se le cayó el móvil al leer ese nuevo ataque por sorpresa. Con la voz temblorosa atendió al cliente como pudo sin ni siquiera comprobar el cambio y acto seguido se secó las manos sudorosas sobre el blanco uniforme. Yo noto aún el sabor tus orgasmos. Alejandra fingió un golpe de tos para disimular la sacudida que le había producido en su vientre la lectura de ese texto. Se recogió el pelo con las manos con gesto nervioso y temblándole los labios pensando cómo poder salir de aquella trampa en la que ella misma había caído. Se detuvo un instante buscando la mejor forma de que él perdiera el control en ese mismo momento, sin importarle que pudiese estar ocupado. Con una sonrisa de saberse triunfadora de aquel juego y segura de que su hombre estaría ya ansioso pulsó de nuevo a enviar y dejó el móvil junto al teclado de su ordenador, haciendo como que ...