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Sintiendo a Mireya
Fecha: 14/03/2019, Categorías: Sexo Virtual, Autor: Escriba, Fuente: CuentoRelatos
Ahí estaba yo, desnudo, nervioso como si volviera a ser un adolescente, observando atentamente cómo Mireya se iba desprendiendo una por una de sus prendas. Su cuerpo delgado me desveló primero sus pequeños pechos, que altivos y firmes parecían pedir que compartiese con ellos el calor de mis labios. Luego mostró la belleza de sus largas piernas y sus apretadas nalgas, entre las cuales deseaba locamente sumergirme. Finalmente, con un movimiento lento y una mirada que buscaba mi complicidad, su lencería cayó hasta sus tobillos y me descubrió el misterio de su sexo, que erecto y poderoso parecía desafiarme. Durante unos segundos pensé en qué habría dicho mi novia… perdón, mi exnovia. Ella, siempre tan correcta y de moral tan estricta, siempre tan dispuesta a juzgar a los demás, y sin embargo capaz de engañarme durante todo un año con su compañero de trabajo sin siquiera despeinarse. ¿Qué habría pensado aquella mujer que ya era parte de mi pasado? ¡Que pensara lo que le viniera en gana! Por primera vez en mucho tiempo estaba haciendo lo que realmente deseaba, no lo que pensaba que los demás esperaban de mí. Mireya extendió un poco de crema sobre su sexo y lo acercó al mío, pegándolos, haciéndome partícipe del calor de su piel y del húmedo frío del lubricante. Aunque me sentía excitado, a mi cuerpo le costaba reaccionar, aunque el agradable roce que sentía me hacía sentir maravillosamente, hasta el punto de que se entrecortaba mi respiración. Su mano nos aferró a ambos, como ...
... si fuéramos el tallo de dos flores sin espinas, y con una firme y rítmica calma aumentó la sensación de placer que me llenaba. Era evidente que ella controlaba la situación, y a mí me encantaba. Es curioso cómo Mireya conseguía hacer que me dejara llevar. Cuando la había conocido en una página web, un par de meses atrás, me había gustado por la forma en que sabía escucharme, como si me comprendiera mejor de lo que yo me comprendía a mí mismo. Al explicarme que era una mujer transexual, el vínculo que nos unía era ya demasiado fuerte como para que eso me importara. Y cuando nuestra relación pasó de ser puramente platónica a poseer un carácter más físico, la forma en que deseaba sus labios y la manera en que me excitaba el susurro de su voz hacía que todo lo demás fuera secundario. Mi compañera se dejó caer sobre la cama y me hizo una señal para que me acercara. Yo aún seguía sin desarrollar una erección completa, pese a estar excitado como nunca antes lo había estado, y ella me tranquilizó mientras untaba sus dedos en lubricante y buscaba entre mis nalgas la parte de mi cuerpo que más deseaba. Lo habíamos hablado hacía ya algunas semanas: Mireya no tenía problema alguno cuando yo me introdujera en ella, y de hecho lo consideraba muy placentero, pero no se veía manteniendo una actitud pasiva en todos nuestros encuentros, máxime cuando mi trasero la excitaba enormemente y la tentaba en calientes sueños nocturnos. Y yo, lo reconozco, estaba maravillado con ella y habría ...