Mis comienzos
Fecha: 14/03/2019,
Categorías:
Transexuales
Fetichismo
Masturbación
Autor: erikavan48, Fuente: xHamster
... fuerte cuando el chico cerró la puerta, mientras me miraba con cierta curiosidad. Miré la maleta. Me vi en el espejo y comprendí: me había puesto el albornoz dejando un amplio escote (aunque no tuviera tetas), y mi pelo mojado estaba recogido en una toalla con una especie de moño. Mi aspecto era muy femenino, de ahí debía venir la mirada curiosa del chico del hotel. Puse la maleta encima de la cama.Volví al baño. Mi cuerpo estaba muy suave, gracias a la ducha y a mi constante ciudado de mi piel. La crema que me había puesto olía muy bien y me daba cierta sensación de calor. Gracias a mi trabajo sabía cómo maquillar perfectamente a cualquier mujer, y dado mi aspecto femenino, no me fue difícil hacerlo. Me puse una base que iba perfecta para mi todo de piel clarito, delineador de ojos, sombra de color oscuro, colorete y unos reflejos oscuros y claro para hacer mis rasgos más afilados. Por último pinté mis labios de un color rojo sangre. Me veía como toda una hembra. Mi respiración era agitada, nunca había hecho esto y me sentía como en el cielo. Empecé a poner poses femeninas mientras mi erección se abrió paso por mi albornoz, dejando ver un hermoso capullo que brillaba como un caramelo.Tenía tabaco en mi ropa de hombre, y no quería dejar de sentir en mis labios el placer de fumar con los labios pintados, dejando la marca del carmín en la boquilla. Lo hice. La sensación fue increíble. El espejo me devolvía la imagen de una diva, una mujer fatal, maquilladísima y en albornoz, ...
... el tipo de mujer que me hubiera follado sin dudarlo. Mi erección era casi dolorosa, no podía dejar de masturbarme mientras fumaba mirándome al espejo, aunque lo hacía de forma muy lenta porque quería que la paja durase mucho. Ahí fue cuando caí en mi error. No tenía ropa de mujer, y hubiera dado lo que fuera por conseguirla, pero no podía salir así de la habitación. Mi pene estaba goteando. Salí del baño y mis ojos se clavaron en la maleta que estaba encima de la cama. Se me había olvidado ya toda la historia del botones y la maleta de mi compañera Sonia. Abrí la maleta entre suspiros.Era como estar en el paraíso. Sonia, mi compañera de Santander, tenía exactamente las mismas medidas que yo, y su maleta contenía todo lo que el fetichista más depravado podía desear. Unos tacones de doce centímetros negros de charol, terminados en una punta larga y fina, sin plataforma. Eran un sueño. Además había dos conjuntos preciosos de lencería de encaje, uno negro y otro blanco, y dos vestidos ceñidos de satén, los dos negros, uno muy escotado y otro con la espalda descubierta. El resto eran braguitas de encaje, un tanga, medias de rejilla y lisas, ligueros y demás cositas, todo de color negro. Parecía que Sonia había viajado a Madrid con la intención de trabajar y quién sabe qué más. Sonó mi teléfono en ese momento. Mi pene seguía goteando mientras lo masajeaba dulcemente. Era Sonia.- Hola Alex (es mi nombre), ¿cómo estás?- Muy bien –le contesté mientras observaba en el espejo a la mujer ...