1. Ari: Prisionero de Mi Piel III


    Fecha: 29/09/2025, Categorías: Transexuales Tus Relatos Autor: EntreLineas, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X


    Novelas.eroticas.tr@gmail.com
    
    Los días pasaron…
    
    Intenté ignorarlo. De verdad lo intenté. Me repetía cada mañana que Jordan no significaba nada, que era solo un muchachito de 19 años entrometido, altanero, inmaduro, un don nadie comparado conmigo. Salía de casa con la cabeza gacha, decidido a no mirarlo, decidido a pasar de largo. Pero siempre estaba ahí.
    
    Por más ropa holgada que me pusiera, nunca era suficiente. Pantalones anchos, poleras largas… todo con tal de esconder mi cuerpo que tanto llamaba la atención de Jordan. Pero no importaba cuánto me tapara, siempre se notaba.
    
    Y Jordan, como lobo hambriento, nunca desperdiciaba la oportunidad. Apenas me veía, se relamía con esa sonrisa de macho seguro de sí mismo, y me lanzaba palabras que me incendiaban por dentro.
    
    —Ari… chiquita —me dijo hoy, apenas me vio doblar la esquina—. Que ricas piernotas… pero se verían mejor en mis hombros— lo decía con esa sonrisa burlona que me arrancaba un temblor en el estómago.
    
    Yo apretaba mis delicadas manos contra mi pecho, con las mejillas rojas y la voz quebrada.
    
    —N-no… yo… tengo que irme.
    
    Daba un paso, pero él daba dos. Su cuerpo enorme bloqueaba mi camino, y mi respiración se volvía torpe, casi infantil. Jordan bajaba un poco la cabeza para mirarme de cerca, y yo, instintivamente, desviaba los ojos, incapaz de sostenerle la mirada.
    
    —Estas tan rica Ari… —susurraba, rozándome el mentón con la punta de sus dedos.
    
    El contacto me hizo estremecer. Retrocedí un ...
    ... paso, con el corazón latiendo desbocado.
    
    —Por favor… déjame… —murmuré.
    
    Pero su risa me envolvió, profunda, segura, como si supiera que mis palabras eran solo parte de un teatro que ni yo mismo podía sostener.
    
    —Que rico culazo Ari… —dijo sin rodeos—. Que rico se ve como tus ricas nalgas se comen tu pantalón así pronto se va comer esto—mientras se agarraba su entrepierna y se notaba que tenia una erección por el bulto que sobresalía de su pantalón.
    
    —C-cállate… —susurré, temblando.
    
    Él rio. Una risa grave, fuerte, que me hizo estremecer. Puso un brazo contra la pared, cortándome el paso, y de pronto su cuerpo enorme me tenía acorralado. Yo podía sentir el calor de su cercanía, y mi respiración se volvió torpe.
    
    —No tienes que fingir conmigo —dijo con voz firme—. Yo sé lo que eres… y me gustas.
    
    —Eres un desgraciado… —susurré, la voz hecha pedazos.
    
    Jordan inclinó la cabeza, sus labios tan cerca de mi oreja que me hicieron estremecer otra vez.
    
    —Se que te gusto Ari, aunque aún no quieras admitirlo.
    
    Me quedé helado. Mis manos temblaban, mis piernas no me respondían, y mis lágrimas corrían en silencio. Esa era mi lucha: odiarlo con toda el alma, y al mismo tiempo, odiarme más por verme débil a su lado.
    
    Mis piernas temblaban. Todo en mí gritaba que debía huir, que no debía dejarlo acercarse más. Y sin embargo, cuando su mano rozó la mía al quitarme una de las bolsas, no tuve fuerzas para arrebatársela. Me quedé quieto, sumiso, como un niño atrapado, con la ...
«1234»