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        Capítulo 1: Vestida para Su Deseo Prohibido
 Fecha: 21/10/2025, Categorías: Infidelidad Tus Relatos Autor: Auro, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
 Capítulo 1: Vestida para Su Deseo Prohibido Esta es mi historia, aunque a veces la fantasía se entrelaza con la realidad para dar sabor a la vida. Permítanme presentarme: soy Sol, una mujer que encuentra en la clandestinidad y la sumisión a su amante, Dante, un escape a la monotonía de su matrimonio con José. Mido 1.66, y hoy, con mis tacones favoritos, alcanzo una altura de 1.73, una presencia que irradia una sensualidad discreta pero poderosa. Mi cabello rubio ceniza, siempre cuidado y con un brillo sutil, cae en ondas suaves hasta mis hombros, enmarcando un rostro de facciones delicadas pero con una mirada intensa, de ojos color miel que hoy arden con anticipación. Mis senos, generosos, de una talla 40D (101.6 cm), se insinúan bajo el ajustado vestido rojo, prometiendo las curvas que tanto enloquecen a Dante. Hoy, mi elección de vestuario es una declaración de intenciones. Un vestido rojo pasión, de un tejido suave que se adhiere a mis curvas como una segunda piel, resaltando la forma de mis caderas y la redondez de mi trasero. Debajo, un conjunto de encaje negro, una caricia traviesa contra mi piel depilada, un secreto que solo Dante descubrirá. Mis piernas desnudas bajo el vestido son una invitación silenciosa, al igual que la lencería que llevo: una tanga negra, impregnada de mi aroma después de días de usarla, lista para ser reclamada como un trofeo. Las ligas negras, adornadas con un delicado encaje, tensan mis medias, añadiendo un toque de fetichismo a mi ... ... atuendo. Unas gotas de mi perfume favorito, una fragancia embriagadora y sensual, completan esta armadura de deseo. El sonido del cerrojo al cerrarse tras la espalda de mi marido fue la primera nota de la sinfonía de excitación que vibraba en mi interior. José se había ido, como cada mañana, ajeno al temblor húmedo que ya me recorría. Hoy no era un día de rutina; hoy, mi amante, Dante, cruzaría este umbral, trayendo consigo la tormenta de placer que mi cuerpo anhelaba en secreto. Recordé los juegos previos con Dante, la forma en que sus manos expertas recorrían mi cuerpo bajo la lencería, la excitación de sus juguetes íntimos deslizándose dentro de mí. Sentía su posesión cuando me vendaba los ojos y me hacía suya, explorando cada rincón de mi ser. Esos momentos, donde la sumisión se entrelazaba con el placer, eran un escape a la monotonía de mi vida conyugal. La tanga negra, esa prenda que guardaba su aroma, mi propio aroma intenso después de días de llevarla contra mi piel febril, era un recordatorio constante de su posesión. Sabía que la reclamaría como un trofeo, dejándome al aire, la humedad pulsando entre mis muslos en anticipación de su tacto. Las ligas mordían mi piel, tensando las medias de encaje, cada detalle un eslabón en la cadena de mi sumisión voluntaria. Mi coño latía, ya empapado solo con la idea de él. El espejo me devolvió una imagen lasciva, muy lejos de la esposa apagada que mi marido daba por sentada. Mis ojos, oscuros con el deseo, brillaban con una ...