1. Motfrais y su delicioso viaje en el metro


    Fecha: 27/10/2025, Categorías: Fantasías Eróticas Tus Relatos Autor: IAcreador, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X




    En el vagón casi vacío del tren, María, conocida en sus streams como Motfrais, viajaba con un traje de latex ajustado que realzaba cada curva de su cuerpo. El traje, combinado con una tanga de Azuka de Evangelion, dejaba poco a la imaginación, y ella lo sabía. Con el cabello recogido y los labios pintados de un rojo intenso, María estaba perdida en sus pensamientos, disfrutando de la libertad que le otorgaba viajar así, hasta que notó la presencia de alguien más en el vagón. Un hombre mayor, ligeramente regordete, subió al tren y sus ojos se clavaron en ella, recorriendo su cuerpo de arriba abajo con una mirada lasciva.
    María sintió un escalofrío, pero decidió ignorarlo y seguir mirando por la ventana. Sin embargo, el hombre no se detuvo ahí; se acercó más, lo suficiente como para que ella sintiera su aliento caliente en su cuello. Con una audacia desvergonzada, le dio una nalgada firme, haciendo que María diera un resinllo y se voltera hacia él.
    —¿Qué te pasa, viejito? —preguntó María, su voz entre cortés e irritada.
    El hombre, con una sonrisa satisfecha, respondió: —Buenas nalgas, zorrita. ¿Sabes lo que dicen de las nalgadas?
    María, aún sintiendo el escozor en su piel, replicó: —¿Y qué se supone que sabes tú de buenas nalgas? Pero antes de que el hombre pudiera responder, María añadió con una mezcla de susto y excitación. —Estoy esperando a alguien.
    El viejo, sin inmutarse por su respuesta, sacó su enorme verga y dijo: —¿Quieres esto?, ¿eh?, ¿lo quieres?
    María ...
    ... observó la enorme verga del hombre, se lamió los labios involuntariamente. El viejo tomó eso como una señal y agarrando a María de la cabeza le inclino para que tomara su miembro en su boca. María forcejeó al principio, pero pronto cedió, tomando la verga en su pequeña boca, soltando pequeños gemidos de placer mientras el hombre acercaba sus piernas con un dedo separando sus labios vaginales exponiendo su sexo enrojecido.
    El viejo, cada vez más excitado, la levantó ligeramente y le hizo abrir las piernas completamente para que cayera sobre su verga. María se dejó llevar, sintiendo cómo la enorme verga del hombre la llenaba por completo; ella gritó de placer y dolor, pero no se detuvo. El tren seguía su camino, ajeno a la pasión desbordante dentro de su vagón vacío.En el vagón del tren, María continuaba moviendo sus caderas de arriba hacia abajo, cabalgando sobre el hombre con desesperación mientras él le apretaba las nalgas con fuerza, dejando marcas rojas en su piel. —Más, papi, dámelo todo —suplicaba ella, su voz entrecortada por el placer y la lujuria—. Soy tu puta, llename de semen.
    El hombre, cada vez más excitado, le susurraba al oído: —¿Te gusta así, perrita? ¿Lo quieres todo?
    —Claro que sí, papi —respondía María, jadeante—. Dámelo todo, quiero sentir cómo me llenas.
    Con un movimiento rápido y dominante, el hombre la levantó y la colocó de vuelta contra la ventana del tren. —Subete al asiento como si cagaras —le ordenó con una sonrisa lasciva—. Te la voy a meter en el ...
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