1. En la playa nudista


    Fecha: 17/03/2019, Categorías: Infidelidad Autor: anacristina, Fuente: RelatosEróticos

    ... sobre la dura roca y noté cómo los pezones se encabritaban al rozar la fría superficie. Mi coñito húmedo pedía a gritos una buena polla.
    
    El hombre se puso de pie, rodeó la toalla hasta situarse delante de mí y me dijo con voz sugerente:
    
    Quiero que veas con tus propios ojos lo que voy a meterte por el culo…….Ya verás como te gustará, pequeña………
    
    El chico empezó a acariciarse su descomunal barra de hierro. Aquel cilindro se curvaba hacia arriba apuntando hacia el cielo y desafiándome sin reparo. En mi vida había visto un boniato tan grande, sin exagerar diría que aquello mediría cerca de veinticuatro centímetros y no pude creer cómo aquello había podido entrar en mi estrecha cavidad. Era enorme, sin duda la convertía en un aparato ideal para lo que estaba dispuesto a hacerme.
    
    Tendida sobre la roca con el culo desnudo, observé cómo aquel macho se cogía la verga y empezaba a masturbarse, corriendo el prepucio adelante y atrás. Cada vez estaba más dura y sólo deseaba sentirla dentro de mí.
    
    De pronto sentí la presión de sus manos sobre mis nalgas. Mis pechos aplastados contra la roca parecían aumentar de volumen al sentir el cálido tacto de unos carnosos labios rozándome la piel. Mi coño empezó a humedecerse y entreabrí las piernas. Inesperadamente, la punta de su lengua penetró lentamente por mi retaguardia.
    
    ¡Eh, tío!, grité. ¿Qué diablos estás haciendo?
    
    Te estoy preparando el camino, me respondió empapándome la entrada de mi ano con saliva.
    
    Ábrete de ...
    ... piernas gatita, me ordenó aquel hombre, ayudándome a hacerlo.
    
    El tono de su voz era tan autoritario que, pese a estar excitada, no me atreví a mover un solo músculo. Sin embargo, presa de curiosidad, volví la cabeza y ví al chico dirigiéndose hacia mí con su espléndida herramienta apuntando directamente hacia mi ano.
    
    Tengo un regalito para ti canija, me dijo rodeándome la cintura con sus fornidas manos mientras me atraía hacia él.
    
    ¡Métemela hasta el fondo!, grité en un arrebato de lujuria.
    
    Sujetó mis nalgas con las manos, deslizando sus pulgares hasta alcanzar mi vagina y luego introdujo lentamente en él la punta de su glande.
    
    ¡Voy a taladrarte!, exclamó y me penetró violentamente desgarrándome por dentro.
    
    Al sentir su ariete en mi interior, pensé que si no me hubiese preparado convenientemente, no lo habría soportado. Sus acometidas eran cada vez más intensas y, aunque al principio me estremecí de dolor, no tardé en jadear de placer.
    
    Al imaginar el aspecto de su terrible falo palpitando en mi vagina, deslicé la mano por mi abdomen hasta rozar el vello de mi coño empapado, acaricié los labios de mi vulva y moví las caderas hacia delante para notar el tacto frío de la piedra en mi clítoris.
    
    Iván, se dejó caer sobre mi espalda. El pecho lo tenía empapado en sudor. Sentí los acelerados latidos de su corazón a flor de piel, escuché sus gemidos entrecortados mientras me penetraba, la presión de su carne desgarrando los músculos de mi vagina. La follada era cada ...
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