Cindy
Fecha: 20/03/2019,
Categorías:
Hetero
Autor: Valmont2018, Fuente: SexoSinTabues
... clítoris y detenerme ahí cuando lo encontré. Sentí de pronto sus dos manitas posarse en mi cabeza y acariciar mi pelo y presionar hacia ella y entonces supe que se había rendido y estaba más que dispuesta a cobrar el precio de su rendición con una buena dosis de placer, sentimiento corroborado con la constatación de que su vulvita estaba lubricada y soltaba jugos sin restricción. Pequeños gemidos surgidos de su garganta me hicieron comprender que gozaba de la deleitosa mamada que daba a su conchita y así estuvimos por algunos minutos más. Luego, con suma facilidad le di vuelta para ponerla boca abajo y empecé otra vez el recorrido de besos y lamidas desde su nuca hacia abajo, por su espaldita, pasando por sus omóplatos y la curva de su espalda baja; me erguí para contemplar la maravilla de sus nalgas y tomé cada una de ellas con mis manos y las acaricié con deleite y sin pudor alguno las abrí para meter mi nariz y mi boca intentando llegar al oscuro ojo de mi deseo y busqué penetrar esa gruta con mi lengua. Cindy cooperó enhestando su grupa y con una coquetería que me derritió levantó su culito para permitir mejor la maniobra. Luego me medio incorporé, me acomodé y coloqué mi endurecido falo entre cada uno de sus cachetes de manera que quedara a lo largo y entre sus dos hermosas nalgas para iniciar una deliciosa masturbada con esas dos bellas masas de carne que estaban bajo mi humanidad al tiempo que acariciaba su espalda, sus mismas nalgas, sus muslos y bajaba recorriendo ...
... sus piernitas. Un rato así y me detuve pues no quería sobrecalentarme y me tumbé a su lado, la abracé y suavemente llevé su cabeza hacia mi bajo vientre. Ella adivinó la maniobra y se dejó deslizar hacia mi pene y empezó, con cierta torpeza pero total voluntad a darme una sabrosísima mamada. Sus mejillas estaban rojas como cerezas en verano y sus labios tenían el color de las manzanas frescas y esas frutas de pasión se prendían de mi verga chupándola, lamiéndola, succionándola, mientras sus pequeñas manitas acariciaban con ternura y delectación mis hinchadas pelotas. No había maestría pero si mucha entrega y concentración en la tarea y yo empezaba a sentir que mi plaza pronto se rendiría ante un ataque tan prodigioso como el que estaba recibiendo. Atento a mis sensaciones dejé que el placer subiera desde el fondo de mis testículos y recorriera mi espina dorsal llevando el mensaje al cerebro y calculando el momento de máxima pasión y antes de que explotara la retiré de mi falo y la alcé hasta mis labios para prenderme en un apasionado beso con sabor a mí. No sé si ustedes han experimentado esa placentera sensación de estar al borde de la eyaculación y ahí detenerse para dejar que el clímax resista, permitirle degradarse y volver otra vez, con mayor intensidad a subirlo y así prolongar el placer. “Te quiero penetrar preciosa”, le dije y ella, como la putita que era me respondió con una vocecita frágil, de niña imberbe, con docilidad y entrega: “¿Cómo me pongo?” “De rodillas y con ...