Mon... Mónica. Un pecado sin remordimientos.
Fecha: 18/08/2017,
Categorías:
Confesiones
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... el motivo de este relato:
Me gustaría que Mo... Mónica lo leyera, sobre todo esto último, esto que no tuve oportunidad de responderte:
¿Qué como empezaría?
¿Recuerdas ese vestido negro de tirantes, con una franja ancha de color blanco al la altura del vientre que te sueles poner sin sujetador?
Te imagino descalza, con ese vestido, de espaldas a mi, con tu coleta recogida...
Empezaría por besarte desde la nuca al cuello para luego pasar a los hombros, mientras, mis manos te rodearían desde atrás para acariciarte el vientre sobre el vestido. Deslizaría los tirantes por tus suaves hombros a besos hasta hacer caer lentamente el vestido al suelo, dejándote totalmente desnuda salvo un sensual tanga. Me agacharía para recoger el vestido y apartarlo. Mis manos te recorrerían lentamente desde los tobillos a la nuca. Muy lentamente... Te abrazaría fuerte, pegando mi pecho a tu espalda. Mi mano izquierda subiría desde tu bajo vientre hacia tus pechos. Mientras, mi mano derecha bajaría desde tu abdomen hasta tus suaves ingles, para lentamente, buscar sobre la fina tela de tu ropa interior, tu clítoris y la ya húmeda entrada de tu vagina. Acariciaría tus pechos de uno en uno, recorriéndolos suave y firmemente, dejando tus erizados pezones rosados para el final, repitiendo el movimiento hasta que mi mano derecha logre arrancarte el primero de los orgasmos que terminaría de inundar el último trozo de ropa interior que seguidamente te quitaría.
Una vez te hubiese tenido ...
... totalmente desnuda, temblorosa y jadeante, te daría la vuelta, te miraría a los ojos y te besaría. Pero no te besaría con amor o cariño, no. Te besaría con pasión, con deseo. Empezaría a devorar tu cuello, bajando con ansia hasta tus pechos, tus deliciosos y deseadísimos pechos, los cuáles, haría míos acariciándolos, devorándolos, tocándolos, mordiéndolos... Hasta que mis manos recuerden el camino de tus caderas a tus firmes nalgas y decidan apretarlas con fuerza, casi con rabia. Mi boca, de nuevo se posaría en la tuya, pero solo para despedirse ya que de seguro pronto emprendería un viaje hacia más allá del sur de tu ombligo. Me arrodillaría ante tu sexo. Te miraría de nuevo a los ojos, pero solo por un instante, y solo para comprobar el grado de excitación reflejado en tu tembloroso rostro justo antes de empezar a devorar con dulzura y delicadeza todo tu sexo hasta que te tiemblen las piernas y caigan tus brazos y manos rendidas en mis hombros al hacerte alcanzar un nuevo y placentero orgasmo dentro yá de tu propio éxtasis de placer, hasta que no puedas soportarlo más y tus muslos traten de aprisionar mi cabeza para intentar pararme.
Tras esto, volvería a ponerme de pie, terminaría de desnudarme, te rodearía y volvería a abrazarte, dulcemente, volvería a besarte con delicadeza y pasión. Te tumbaría en la cama, delante de mi, ofreciéndote la oportunidad de poder elegir la forma de continuar con esta aventura del placer.
Imagino que tiras de manera suave pero firme de mi ...