1. Libro de poesías


    Fecha: 21/03/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Havelass, Fuente: CuentoRelatos

    Ella es muy morena: tiene la piel tostada por el sol. Se llama Susana. Es, también, más bien gordita; si la veis, podéis adivinar que bajo su camiseta de tirantes se aprietan unas tetas bien formadas, y gruesas; y que la carne de su cuerpo se ciñe contra la tela en su cintura y en su culo. Su cara es redonda; su cabello es castaño, con flequillo y recogido con un moño sobre la coronilla. Y ahora me la estoy follando.
    
    Todo empezó esta tarde de verano en que yo andaba por el barrio distraído, hasta que entré en la tienda de ultramarinos a comprar un bolígrafo, ya que acababa de gastarlo resolviendo autodefinidos. El tendero, Germán, un hombre muy comunicativo, cuando le pedí el bolígrafo, me soltó: "¡Qué, Julián!, ¿ya has terminado el libro de poesías que estabas escribiendo?" Yo me quedé patidifuso, porque ni era escritor ni mucho menos me gustaba la poesía: entendí que bromeaba; a los pocos minutos supe la razón: al oír la palabra "poesías", una cliente había levantado la cabeza del cajón de los tomates y nos había mirado a los dos; Germán me hizo un guiño con disimulo: él sabía la etapa de sequía que yo andaba pasando en cuestión de mujeres, él conocía a sus clientes: él sabía que aquella mujer, Susana, escribía poesías, que era una apasionada del género literario lírico. En fin, yo la había visto alguna vez por la calle; incluso me había pajeado alguna vez pensando en ella, en sus formidables tetas bamboleándose mientras la follaba, en sus labios deslizándose sobre mi ...
    ... polla, pero jamás había intercambiado una frase con Susana.
    
    No me había quedado muy satisfecho con la última relación que había tenido; pues, aunque ella, Silvia, era una mujer diez, su comportamiento en la cama dejaba mucho de desear: ella siempre estaba dispuesta; sin embargo, era tan poco expresiva que nunca supe si tenía orgasmos conmigo o no; eso sí, cuando me chupaba la polla siempre me decía: "No te corras en mi boca", cosa que me fastidiaba bastante.
    
    Así que, regresamos al relato, fue salir de la tienda y, a los pocos metros, ser abordado por Susana. "Hola", me dijo al ponerse a mi lado; "Hola", respondí, y me detuve. La presencia de su cuerpo tan cerca de mí me turbó. Yo no sabía dónde mirar, si a su bonita cara de grandes ojos verdes, si a su generoso escote, si a sus hermosos hombros bronceados... "He oído que escribes", dijo; "Sí", dije; "¿Poesía?, preguntó; "S-sí", respondí; "¡Guay!", exclamó; "¡Sí, guay!", resolví; "Oye, ¿cómo te llamas?"; "Julián, ¿tú?"; "Susana, Susi"; nos besamos en las mejillas, y su sudor me refrescó la piel, y su olor resucitó mi virilidad en la entrepierna. Y quedamos citados en su casa esta misma noche.
    
    Yo nunca había escrito nada, quiero decir con arte: sólo rellenaba pasatiempos. Pero se me ocurrió juntar algunas letras y compuse una pequeña obra para agradar a Susana; luego se la leería.
    
    Llegué al piso de Susana a eso de las once de la noche. Toqué su timbre y ella me recibió muy contenta; iba vestida con un camisón muy ...
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