1. Mi esposa, la hija de la empleada y yo


    Fecha: 28/12/2025, Categorías: Fantasías Eróticas Tus Relatos Autor: Rubirosa, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    Mi esposa, la hija de la empleada y yo.
    Esa tarde que llegue a casa no me imaginaba que lo que me esperaba. Era sábado y eran como las tres de la tarde. Sabía que la empleada que habíamos contratado y que se había avenido muy bien a nosotros, se iría ese fin de semana para su pueblo, pero que se iría sola, pues la hija tenía que hacer unas tareas de la Universidad. ( Dieciocho añitos, de piel blanca, de tetas medianas que le cuelgan muy rico cuando camina, rellenita, ni flaca ni pasada de peso, nalgas pronunciadas, de pelo negro que le llega a los hombros y con una panocha carnosa y peluda que se le repinta muy rica en sus pantalones apretados) Cuando llegue me quité los zapatos en la entrada de la casa como es nuestra costumbre y me dirigí a mi cuarto mientras pensaba dónde andaría mi esposa, pues parecía que no había nadie en la casa, cuál fue mi sorpresa que al acercarme a la puerta de mi cuarto escucho unos gemidos que me resultaban familiares, entro sigilosamente a la habitación y está la hija de la empleada acostada en la mitad de la cama con los pies apoyados en el suelo, desnuda, con los ojos perdidos y mi esposa arrodillada, desnuda, con los calzones medio bajados, dándole una mamada a la muchacha tan rica que se oía como sus labios y su lengua batían los dulces fluidos que salían de esa rica panocha que yo había saboreado tantas veces. No se distinguía si los ojos de la hija de la empleada estaban abiertos o cerrados, con una mano se agarraba del pelo de mi ...
    ... esposa y con la otra se agarraba de las sábanas. Mi esposa no abría los ojos, pude ver como su lengua acariciaba los labios de esa vulva carnosa y de pronto se perdían en lo profundo mientras succionaba y chupaba y la hija de la empleada se retorcía, emitiendo sonidos guturales de lujuria, me acerqué sigilosamente a la muchacha y le ofrecí mi boca para que ahogara el orgasmo que en ese momento estaba teniendo y que hacía que todo el cuerpo le temblara, ¡ Ay qué rico, qué riiicoo, que riicoo, me muero, qué riiiicooo! decía mientras me le acercaba lentamente para pasar mi lengua en sus húmedos labios, y frotar sus pechos desnudos y sus pezones erectos; cuando mi esposa levantó la cabeza me preguntó si quería metérsela a la muchacha, le dije que sí pero que por favor siguiera chupándola, di la vuelta, me arrodillé detrás de mi mujer, le terminé de bajar el calzón, le abrí un poco las piernas, le pasé la mano derecha en la entrepierna para palpar su panocha y pude sentir la humedad de los jugos que destilaba, le abrí un poco más las piernas y le comencé a mamar la panocha, en mis labios sentí como se enredaba la mata de pelos de su vulva, cuando sentí que mi mujer estaba teniendo un orgasmo me agarré la verga que estaba dura y gruesa como nunca y cuando me la agarré para metérsela a mi esposa, sentí una electricidad en mi columna vertebral y entonces se la metí toda, apenas oí decir a mi esposa con voz ahogada: “ Ay dios mío, qué riiico, qué es esto tan riico, esta verga tan grande, ...
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