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Preñado por Adrián en un baño público
Fecha: 27/03/2019, Categorías: Gays Autor: MonsterGuy, Fuente: SexoSinTabues
... casi pude sentir toda la extensión de su miembro resbalarse a través de las terminaciones nerviosas de mi ano, así como su glande rosa perforar mi sensible próstata. Adrián comenzó a penetrarme lentamente, dándose soporte con sus manos, las cuales estaban clavadas a mis caderas. Se movía de adentro hacia afuera con tal paciencia, que casi podía calcular cuánto le faltaba a su húmedo glande para salir de mi ano, así como sentir su par de huevos gordos revotar contra mi ingle. Pero yo quería más. Cuando su glande estaba a punto de abandonar el interior de mi cuerpo para volver a deslizarse dentro de él, apoyé mi mejilla contra la pared que tenía en frente para darme soporte y, con mis ahora libres manos, tomé sus piernas y las empuje hacia mí, clavando su cuerpo en el mío. —Rápido. le pedí casi suspirando. Adrián obedeció mi orden, pero dejó pasar unos cuantos segundos antes de comenzar a penetrarme con rapidez y fuerza. Cuando lo hizo sus embestidas fueron brutales, y me sacudieron tanto que tuve que volver a usar mis manos para sostenerme. Su verga entraba y salía velozmente de mi cuerpo y se empapaba con mis fluidos cada vez que tocaba fondo. Adentro, afuera; adentro, afuera; adentro, afuera y. aaaaah. Suspiros. Su glande se enterraba cada vez más profundo en mi próstata, y perforaba mi culo como un taladro, a una velocidad inimaginable mientras yo luchaba por no gemir demasiado alto, pues no se me olvidaba que estábamos en un baño público. Me sentía como una perra con la ...
... verga de Adrián clavándose en mi culo. Incluso recordé que lo había conocido hace dos semanas y que era recién egresado de mi misma escuela, pero eso no me importó. estaba disfrutando de su cogida. Era perfecto: su verga se deslizaba tan deliciosamente dentro de mi, y las paredes de mi ano acariciaban su glande rosado, estimulándolo, mientras sus huevos flácidos golpeaban mi ingle con cada clavada. Después de perderme en el momento, las manos de Adrián se aferraron a la carne de mis nalgas blancas y comenzó a penetrarme a máxima velocidad, hasta que me dijo: —Me voy a venir. —Hazlo —gemí. Con sólo dar la orden, Adrián comenzó a tambalearse detrás de mi cuerpo, vertiendo chorros espesos de exquisita leche en mis entrañas. Sus gemidos eran música para mis oídos y su orgasmo era como si fuera el mío también. Suspiré, excitado. Pasado un pequeño, pero muy pequeño momento, Adrián se apartó de mi cuerpo, sacando su verga de mi ano con un deslice perfecto. Me dio una nalgada que me hizo dar un brinquito y en seguida sentí un hilo de semen salirse de mi ano y chorrearse por mi pierna hasta mi pantorrilla. —Ya vámonos —me apuró, mientras se subía los pantalones y se los cerraba. Su indiferencia me excitaba. Para él era como si no hubiera pasado nada, aunque en realidad me acababa de dejar preñado como una perra. Sin embargo, lo obedecí de inmediato. Me subí los pantalones y sentí mis bóxers mojarse con sus mecos, los cuales todavía se escurrían de mi ano. Salimos casualmente de los ...