Luna de miel de Selena
Fecha: 19/08/2017,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... entre mis piernas, apoyándose en las manos, el cuerpo arqueado, recreándose en la contemplación de mis pechos. Mi excitación crecía por momentos, los pezones erectos rozaban el vello de su pecho, levantaba el pubis en busca del pene, presionaba con las manos en su espalda; poco a poco se fue dejando caer, despacio, con delicadeza apoyó su pecho en el mío aunque sin presionar; sentí la punta húmeda rozando los labios vaginales y una sacudida placentera recorrió todo mi cuerpo, ¡cómo deseaba engullir aquel miembro y que vaciara su carga en mi interior! Pero en vez de avanzar, retrocedió. Me arqueé con desesperación, en un intento de atraparlo, y justo cuando logré alcanzarlo recibí una descarga de semen. Después venía el abatimiento, yo rumiaba mi ardiente deseo y él sus frustraciones.
No pasa nada, le decía, nos falta rodaje, nos puede el nerviosismo. Jaime callaba.
Por la noche se duchó él primero mientras yo leía una revista. Cuando salió del baño entré yo. Salí desnuda y desde la puerta me quedé un momento observándolo, estaba también desnudo echado sobre la cama. Me tumbé a su lado, le di un beso en la mejilla y luego apoyé la cabeza en su pecho; con una mano le acariciaba la nuca y con la otra el costado, luego el muslo y, por fin me aventuré a tocarle el sexo que ya estaba completamente erecto; me parecía hermoso, me encantaba mirarlo, lo imaginaba dentro de mi boca y creía paladear el líquido pegajoso que manaba de la punta que yo taponaba con el dedo índice, ...
... mientras las palabras de Marta narrándome las sensaciones que había experimentado la primera vez que se lo hizo a su novio con la boca, se colaban en mi cerebro. Notaba la humedad entre las piernas y no sabía qué hacer, no me atrevía a masturbarlo pensando que quizá Jaime no lo aprobara, y por supuesto ni consideré la loca idea de llevármelo a la boca, pero tenía que hacer algo porque mi cuerpo era un volcán. Me situé encima y comencé a hablarle, a decirle que debíamos hacerlo con calma, que todas las cosas necesitan de un aprendizaje, que yo era muy torpe, que debía tener paciencia conmigo, que... ¡Qué delicioso me estaba resultando!, había introducido unos cuantos centímetros sin correrse, estaba en la gloria, me hervía la sangre; un poco más y si se corría, me correría con él. Aguanta un poquito más, decía para mí, casi sin moverme. Había llegado al himen, ¡ay, madre!, iba a perder mi virginidad tanto tiempo guardada. En aquel instante oí su jadear de animal al tiempo que los borbotones se estrellaban contra las paredes de mi vagina; mi ardor alcanzó el límite y presioné, logrando que aquel ardiente miembro me llenase por completo, sin dejar de bombear descargas de cálido semen que se mezclaban con los humores de mi sensacional corrida. Se me escapó un grito “aaaaahhhh”, “aaaayyyy”, “aaaaahhhh”, me corro, “aaaayyyy”... y Jaime se apresuró a tapar mi boca con la suya mientras me aplastaba los pechos contra su cuerpo y yo continuaba moviéndome, exprimiendo el placentero momento. ...