La novia de mi amigo
Fecha: 19/08/2017,
Categorías:
Gays
Autor: Vizconde, Fuente: CuentoRelatos
... labios siempre luzcan húmedos, cosa que me incitaba al deseo como ninguna otra cualidad suya.
Durante aquella charla, ya notaba que su simpatía era demasiado evidente como para que me sintiera como el amigo de su novio. Dudando de aquella situación, y con la ayuda del alcohol que habíamos consumido, más la música del lugar que también la tenía como oportuna aliada, acerqué mis labios a su oído y le dije que me encantaba cómo era y que en el futuro desearía conocer a una hembra como ella.
Sin dudas me había entendido. Lo comprobé con su mirada ardiente y su labio inferior levemente arrugado revelando su deseo. Sin embargo, por pudor y seguramente por prudencia, exhibió una diplomática sonrisa y escapó rápidamente a la pista. Yo -para disimular- desaparecí de la mesa por un tiempo y me fui a quitarme las ganas con la primera chica que seduje.
Más tarde, volvimos a reunirnos en la mesa de aquel pub entre todos. Éramos bastantes, pero a mí sólo me importaba ella, no me interesaba nada más en aquel lugar. De a ratos cruzábamos miradas y era inevitable que el deseo fuera cada vez mayor.
Volvimos a la pista de baile, esta vez a bailar todos. Hubo un momento en que nuestros cuerpos se rozaron, haciendo que sólo con ese detalle mi miembro cobrara una rigidez que pocas veces había sentido. Tremendamente excitado de alguna manera volví a arreglármelas como para que eso sucediera de vuelta y volví a excitarme como nunca.
Todo esto pasaba dentro de este lugar que de por ...
... sí era grande: había muchas columnas y contaba con una especie de subsuelo, con muchos sillones, y en la parte superior había una especie de semi-piso en donde estaban los baños. Mientras terminábamos de bailar, logré acercarme a su oído nuevamente. Le dije que la esperaba arriba.
Fui lo suficientemente astuto como para ir enseguida para no levantar sospechas. Me quedé esperando un buen rato y por momentos me sentía nervioso por si venía alguien de nuestro grupo sorprendiéndome esperando a la salida del baño. Esa impaciencia sumada al deseo me volvió loco. Llegado un momento decidí entrar.
Pasaron como quince minutos hasta que alguien entró. Deseaba que fuera ella, pero me decepcionó al saber que era un hombre el que había entrado. Entró una segunda persona a los dos minutos y por el ruido de tacos supe que era ella. Abrí la puerta, tomé su mano y conseguí en fracción de segundos encerrarla en aquel baño.
La besé salvajemente mientras ella manoseó mi trasero con avidez. Le comí la boca como si la estuviera deseando desde hace semanas. Nuestras lenguas voraces chocaban, luchaban, lamiéndose mutuamente. Al tiempo que nuestras manos exploraban frenéticamente nuestras anatomías. La senté abruptamente en el inodoro, con la tapa baja, subí sus piernas bastante alto, y comencé a lamer su entrepierna.
¡No había tiempo! Teníamos que hacerlo a pura velocidad. Abrí más sus piernas para lamerle y succionarle el clítoris. Qué húmeda sentía su vagina. Mis dedos que jugueteaban ...