1. Verano 2016


    Fecha: 05/04/2019, Categorías: Gays Autor: angelmatsson, Fuente: SexoSinTabues

    Todo se acentuó cuando él se acercó a la adolescencia. Su cuerpo comenzó a desarrollarse y comencé a sentir una atracción hacia él. Sumado a los días calurosos en la playa, donde el clima exigía estar casi desnudos jugando sobre la arena. A esto se le agregaba la tendiente costumbre de él de estar siempre muy cerca de mí hostigándome. Siempre fue una pulga molestando en mi trasero. No podía estar sentado, sin que él estuviera sobre mí jugueteando, golpeando o haciendo llaves de lucha libre. A veces era entretenido, me gustaba picarle las costillas y torturarlo a risas. Aunque habían ocasiones en que se nos pasaba la mano y las cosquillas se convertían en golpes dolorosos, pero dentro de un contexto de juego. -A veces creo que eres masoquista –le decía. Porque, por la diferencia de edad, mis golpes solían ser un poco más duros, pero él se retorcía de risa igual. Todo lo mencionado anteriormente hacía que hubiese un excesivo roce entre nuestros cuerpos. Mi mente pervertida no podía con eso y mi cuerpo reaccionaba. Numerosas veces tuve que mantener la posición para que no notara mi erección. Y este era otro punto, porque mientras que para él todo era un juego con su primo mayor, para mí ese juego causaba reacciones que me hacían sentir muy culpable. Obviamente nunca crucé la línea, sabía todas las consecuencias que atraería, y sabía que no era correcto. Me sentía mal. Él solo era un niño. Por suerte me controlé y nunca se dio cuenta de nada en esos momentos. Nuestra relación ...
    ... era muy buena y creo que le agradaba que nos lleváramos bien. Debido a que él estaba en una edad intermedia, los primos mayores no lo tomaban en cuenta, y él no tomaba en cuenta a los primos menores, por lo que se sentía solo con una de sus hermanas que tenían edades similares. Pero mi personalidad es muy adaptable, y así como podía llevarme bien con mayores, también podía con menores, por lo que no me molestaba pasar rato con ellos. Fue así que él comenzó a tomarme confianza, y comenzó a hablarme más de él. Supongo que yo era lo suficientemente grande como para resolver algunas dudas, y lo suficientemente cercano para confiar. Lo tomé como una gran responsabilidad y siempre lo animé a que podía contarme lo que fuera. Arma de doble filo, porque cuando se acercó la edad de las hormonas sus preguntas fueron mutando. Y comenzó a preguntarme cosas que no se atrevía a preguntar a sus papás, ni a un profesor. A veces las preguntas tenían más detalle de lo esperado, y las respuestas resultaban aún más detalladas. Era complicado para mí. Mi imaginación estaba muy desarrollada y provocaba reacciones corporales. Tenía que usar toda mi fuerza para contestar sus dudas con la mayor sabiduría posible. Un verano se tuvo que quedar en mi casa y, por espacio, tuvimos que compartir habitación. Fue una tortura para mí. Su cuerpo ya denotaba un cambio y había dejado un poco sus rasgos infantiles. Y me lo hacía saber siempre, porque tenía la costumbre de pasearse en boxers todas las mañanas. Estaba ...
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